Las raíces del hombre, recién editado por Ediciones El Salmón, es el primer libro de Dwight Macdonald publicado en España; periodista, escritor, crítico literario y cultural, estamos hablando de uno de los mayores intelectuales del siglo XX en Estados Unidos, un hombre libertario y pacifista radical.
Dwight Macdonald fue, tal vez, alguien que no dejó indiferente a nadie. Sus inicios en el trotskismo, con militancia en algunos pequeños partidos de izquierda, si bien siempre dentro de un marxismo heterodoxo, tendrían su punto de inflexión y herejía final con la denuncia de la represión sobre obreros y marineros
en Kronstadt. Recordemos las palabras, al respecto, del inefable fundador del Ejército Rojo: "Todo el mundo tiene derecho a ser estúpido, pero el camarada MacDonald abusa de este privilegio". El carácter indómito e independiente de MacDonald supondría que no tardara en llegar al anarquismo. Partidario también de un pacifismo radical, sería esa actitud la que le haría abandonar la redacción de The Partisan Review, en 1943, para fundar su propio diario, politics (así, con p minúscula), lo que supondría su definitiva ruptura con el marxismo. Fue una publicación que ejerció un gran influencia durante seis años, de 1944 a 1949, gracias al carácter independiente de sus escritores, así como por lo innovador de los temas tratados. Importantes autores, como C.W. Mills y Paul Goodman, fueron dados a conocer a nivel internacional por politics, mientras que el publico estadounidense pudo leer a autores consagrados de la talla de Simon Weill, Albert Camus, Max Weber, Wilhelm Reich, Victor Serge o el mismo George Orwell.
El carácter radical e independiente de los autores, y lo pionero e innovador de los temas que trataron, dentro de politics, hace que estemos hablando de un momento crucial, adelantado a su tiempo, para la transformación posterior de una izquierda abiertamente influenciada por lo libertario. Los compañeros de la editorial El Salmón acaban de publicar La raíz es el hombre, escrito en 1946, donde se abordan ya muchos de esos temas primordiales para la transformación de la izquierda: la denuncia del totalitarismo soviético y del Estado como medio de transformación social, así como la crítica radical del camino al que nos conducía el desarrollo económico y tecnológico. Tras el fin de politics, cierta sensación de derrota se apoderó de Macdonald, lo cual no deja de apreciarse en ciertos textos, añadidos posteriormente a modo de apéndices a La raíz es el hombre. Fueron unos años en que dejó a un lado la política y se centró en la crítica literaria y cultural, escribiendo en The New Yorker y en The New York Review of Books, algo por la que acabaría pasando a la historia, especialmente por sus estudios sobre la cultura de masas. Sin embargo, el fin de la década de los 50, de los años duros y desesperanzados de la Guerra Fría, en la que parece que había que optar entre lo malo y lo peor, supondría que Macdonald volviera a su activismo político. Como no podía ser de otra manera, nuestro autor se alinearía en los años 60 con las protestas estudiantiles y los movimientos por los derechos civiles. Durante este tiempo, son incontables sus participaciones en conferencias, protestas y manifestaciones a lo largo de los Estados Unidos. Resulta memorable la conocida marcha al Pentágono, en 1967, en protesta por la guerra de Vietnam, que documentó Norman Mailer, amigo de Macdonald, en su novela Los ejércitos de la noche. Estamos hablando con Dwight Macdonald, a pesar de ser poco conocido en España, de uno de los mayores intelectuales del siglo XX en Estados Unidos. Bienvenida sea la posibilidad de leer La raíz es el hombre, que nos recuerda la importancia del compromiso moral, de la resistencia y de la rebelión frente a la apariencia incontestable de un desarrollo alienante de la civilización.
Dwight Macdonald fue, tal vez, alguien que no dejó indiferente a nadie. Sus inicios en el trotskismo, con militancia en algunos pequeños partidos de izquierda, si bien siempre dentro de un marxismo heterodoxo, tendrían su punto de inflexión y herejía final con la denuncia de la represión sobre obreros y marineros
en Kronstadt. Recordemos las palabras, al respecto, del inefable fundador del Ejército Rojo: "Todo el mundo tiene derecho a ser estúpido, pero el camarada MacDonald abusa de este privilegio". El carácter indómito e independiente de MacDonald supondría que no tardara en llegar al anarquismo. Partidario también de un pacifismo radical, sería esa actitud la que le haría abandonar la redacción de The Partisan Review, en 1943, para fundar su propio diario, politics (así, con p minúscula), lo que supondría su definitiva ruptura con el marxismo. Fue una publicación que ejerció un gran influencia durante seis años, de 1944 a 1949, gracias al carácter independiente de sus escritores, así como por lo innovador de los temas tratados. Importantes autores, como C.W. Mills y Paul Goodman, fueron dados a conocer a nivel internacional por politics, mientras que el publico estadounidense pudo leer a autores consagrados de la talla de Simon Weill, Albert Camus, Max Weber, Wilhelm Reich, Victor Serge o el mismo George Orwell.
El carácter radical e independiente de los autores, y lo pionero e innovador de los temas que trataron, dentro de politics, hace que estemos hablando de un momento crucial, adelantado a su tiempo, para la transformación posterior de una izquierda abiertamente influenciada por lo libertario. Los compañeros de la editorial El Salmón acaban de publicar La raíz es el hombre, escrito en 1946, donde se abordan ya muchos de esos temas primordiales para la transformación de la izquierda: la denuncia del totalitarismo soviético y del Estado como medio de transformación social, así como la crítica radical del camino al que nos conducía el desarrollo económico y tecnológico. Tras el fin de politics, cierta sensación de derrota se apoderó de Macdonald, lo cual no deja de apreciarse en ciertos textos, añadidos posteriormente a modo de apéndices a La raíz es el hombre. Fueron unos años en que dejó a un lado la política y se centró en la crítica literaria y cultural, escribiendo en The New Yorker y en The New York Review of Books, algo por la que acabaría pasando a la historia, especialmente por sus estudios sobre la cultura de masas. Sin embargo, el fin de la década de los 50, de los años duros y desesperanzados de la Guerra Fría, en la que parece que había que optar entre lo malo y lo peor, supondría que Macdonald volviera a su activismo político. Como no podía ser de otra manera, nuestro autor se alinearía en los años 60 con las protestas estudiantiles y los movimientos por los derechos civiles. Durante este tiempo, son incontables sus participaciones en conferencias, protestas y manifestaciones a lo largo de los Estados Unidos. Resulta memorable la conocida marcha al Pentágono, en 1967, en protesta por la guerra de Vietnam, que documentó Norman Mailer, amigo de Macdonald, en su novela Los ejércitos de la noche. Estamos hablando con Dwight Macdonald, a pesar de ser poco conocido en España, de uno de los mayores intelectuales del siglo XX en Estados Unidos. Bienvenida sea la posibilidad de leer La raíz es el hombre, que nos recuerda la importancia del compromiso moral, de la resistencia y de la rebelión frente a la apariencia incontestable de un desarrollo alienante de la civilización.
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