La película está dirigida por Amir Thompson, más conocido artísticamente como Questlove, que es a su vez también músico y productor, y que ha hecho una labor encomiable de recuperación de un material que había estado sepultado durante décadas. Fueron cinco conciertos, celebrados los domingo entre el 29 de junio y el 17 de agosto donde desfilaron artistas de la talla de B.B. King, en el terreno del blues, un jovencísimo Stevie Wonder o la gran Nina Simone, cuya aparición en el tramo final del documental resulta apasionante y no solo por sus interpretaciones musicales. También, otros artistas individuales e intérpretes de esta rica cultura musical negra y también latina; al respecto, las apariciones del puertorriqueño Ray Barretto, otro artista de talla, percusionista, con sus mensajes de fraternidad universal de una gran emotividad.
La cuestión religiosa está bastante presente en el evento, participa de manera activa el conocido reverendo Jesse Jackson, que también fue político, y cuyo mensaje espiritual resulta menos interesante; llega a dar la bienvenida a todos los dioses que pueda adorar cada uno, con un claro deseo multicultural, pero hubiese sido completo si se saluda también a los que no se subordinan a ninguna trascendencia. En cualquier caso, como el resto de este evento, hay que verlo como parte de las diferentes expresiones culturales. En cuanto a la música Góspel, tan presente también en el festival, otra expresión religiosa, que resulta tan llamativa con sus alaridos y su histerismo, por supuesto, no exenta de atractivo, resulta significativo cuando alguien la describe de este modo: "Todos esos espasmos presentes en la interpretación de este tipo de música son los síntomas de la tensión y agobio de ser negro en Estados Unidos". ¡Significativo y aterrador!
A un nivel político, el comienzo de este documental resulta ambivalente, cuando alguien lúcidamente sostiene que tal vez el festival se llevó a cabo para evitar que los negros quemaron la ciudad de Nueva York; es decir, que parece un fenómeno de apaciguamiento de las masas. De hecho, no estamos hablando de un festival que fuera iniciativa popular, ya que está organizado en gran medida por el ayuntamiento de NY y de hecho acude de buen rollo el propio alcalde, muy blanco y muy republicano, aunque de talante liberal; también, cómo no, hubo conocidas marcas comerciales patrocinadoras. También resulta algo paradójico y estremecedor, cuando se asegura que van a ser miembros de los Panteras Negras los que se encarguen de la seguridad del evento, pero podemos ver claramente la presencia de la policía en los planos generales; resulta llamativo, y algo tétrico, ver a una multitud de personas negras disfrutando y bailando, mientras la mirada acaba yéndose, inevitablemente a un par de polis blancos de gesto severo y adusto.
No obstante, además de ser una excelente película disfrutable solo por sus increíbles intepretaciones y por su impresionante riqueza cultural, si alguien quería restar radicalismo al festival, estaba muy equivocado, especialmente con la aparición en su tramo final de la gran Nina Simone. Esta mujer nos obsequia con unas canciones de letras absolutamente combativas y con un poema que viene a decir que hay que estar dispuestos a todo para cambiar las cosas; muy bien por el realizador haber recuperado sin ambages ni aclaraciones a esta artista, prácticamente, incitando a la gente a rebelarse por todos los medios posibles y que, estoy seguro, fue uno de los factores para que este gran evento no fuera difundido durante mucho tiempo. ¡Impresionante Nina Simone!
Otro de los grandes momentos del festival se produce al rememorar que, cuando se estaba celebrando uno de los conciertos del Harlem Festival se produce el alunizaje en la luna, el 20 de julio de 1969; se expresa la rabia de la gente, que no muestra el menor entusiasmo por ello y en algunos casos con gran sentido del humor asegurando que "el hombre blanco está en la luna y nosotros queremos pisar la tierra". En definitiva, un trabajo documental excepcional, a nivel cultural y político.
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