La revolución de las palabras. La revista Mujeres libres, de Laura Vicente Villanueva, una autora que está especializada en historia social, sobre todo en dos temáticas: historia de las mujeres y el anarquismo. Precisamente, de esos dos campos trata este libro editado en 2020; debido a todos los impedimentos de la pandemia, la obra no ha podido ser presentado en Madrid hasta muy recientemente en la Fundación Anselmo Lorenzo.
Las mujeres sufrían una situación de subordinación, no existía de igualdad respecto al hombre, incluso dentro del movimiento libertario a pesar de lo que las ideas sostenían. El título del libro alude a que las mujeres eran expropiadas de las palabras, por lo que tomarlas era llevar a cabo ya una auténtica revolución. Desde el anarquismo, se trató siempre de paliar el problema del analfabetismo, de no dominar la lectura y la escritura, a través de escuelas, ateneos o el propio autodidactismo, que fue una vía para muchas personas. La palabra, oral o escrita, proliferaba en los espacios libertarios, pero insistiremos en que sobre todo para los hombres; hubo publicaciones de todo tipo, algunas de gran relevancia y otras no tanto, así como escritores y oradores de gran talento, también otros medios literarios o representados como las obras de teatro, los poemas o las novelas sociales.
Las mujeres intentaron tomar la palabra ya desde el siglo XIX, con todos los impedimentos e incluso burlas y menosprecio, que tuvieron que soportar por parte de los hombres; debido a estas circunstancias y humillaciones, muchas tuvieron que esconderse mediante seudónimos masculinos. Es por eso que las mujeres más conscientes supieron que tomar la palabra era primordial y la creación de una revista como Mujeres Libres suponía una verdadera revolución en un contexto tan dramático como la guerra civil provocada por el alzamiento militar de las reaccionarios, pero también de la revolución producida de forma paralela. La historia oficial no va a recoger nunca ciertos hechos, máxime si son protagonizados por mujeres e incluso en la actualidad tantas veces es invisibilizado el trabajo de historiadoras como Laura Vicente tildándolas mezquinamente de activistas o militantes; ello, a pesar de que obras como esta son de una gran rigurosidad como creemos que puede aceptar cualquier persona honesta piense como piense.
Será por lo tanto en 1936 cuando se cree la importante revista Mujeres Libres, junto a la agrupación de mujeres anarquistas del mismo nombre; se hilvanaba así con el pensamiento y la acción de generaciones previas, de grandes mujeres libertarias como Teresa Claramunt, que siempre abogó por organizaciones específicamente femeninas en el movimiento; como hemos dicho, tantas veces enfrentadas a la incomprensión de los propios hombres anarquistas. Con la toma de la palabra que supuso Mujeres Libres se cuestionaba la dominación antigua que sufrían las mujeres: el patriarcado; como sostiene Laura, era una revolución, no tanto a nivel político o económico, como un auténtico cambio en el campo cultural; las mujeres, en plena guerra, asumieron plenamente sus responsabilidades y abrieron nuevos caminos de libertad; era una ruptura con estructuras mentales e imaginarios sociales, alimentados durante infinidad de generaciones para asentar la dominación jerárquica y el patriarcado. Desgraciadamente, en la guerra triunfaron los reaccionarios, muy conscientes de forma temprana de lo que estaban gestando las mujeres con su revolución cultural, y prepararon una represión especialmente cruel para ellas.
Merece la pena destacar a grandes mujeres libertarias, que desde sus diversas posturas, como no puede ser de otra manera en el mundo anarquista, contribuyeron a la emancipación femenina a través de la agrupación política y la publicación Mujeres Libres; es un legado que se está recuperando en los últimos años, el de figuras como Lucía Sánchez Saornil (1895-1970), Mercedes Comaposada Guillén (1900-1994) o Amparo Poch y Gascón (1902-1968), entre muchas otras miles de militantes, y también colaboraron con la publicación alguna mujeres progresistas, por supuesto, pero no específicamente libertarias. Con planteamientos muy avanzados, sobre todo para un país sumido en el atraso, y partiendo del desarrollo de la independencia personal y psicológica, estas mujeres pusieron en valor la lucha social sin perder de vista la perspectiva de clase, pero también la lucha individual para reafirmar la personalidad y emancipación femeninas. Construyeron verdaderas redes de solidaridad, pero la guerra dejó poco margen para que las mujeres construyeran teóricamente su feminismo anarquista, algo que se aborda en el libro; las circunstancias empujaban más a la acción y, a pesar de todos los impedimentos, sí pudo percibirse un feminismo libertario a nivel vital con personalidad propia
Desgraciadamente, y aunque todas estas mujeres libres apoyaron siempre la transformación revolucionaria que también se estaba produciendo en los primeros meses del conflicto, llevada a cabo en gran medida por los libertarios, el bélico no es el contexto más apropiado para el ideal emancipatorio; la muerte de la revolución primero, por las propias luchas intestinas en el bando republicano, y la victoria final del bando reaccionario, con la consecuente y cruel dictadura posterior, que ya hemos dicho que se ensañó especialmente con estas mujeres que decidieron tomar la palabra y la acción; ese triunfo de llamado bando nacional marcará trágica y cruelmente el destino final de España. La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres, un gran libro, cuya lectura es plenamente recomendable, especialmente en este país con tantos problemas de memoria, con tanta distorsión y tan necesitado de la reflexión histórica y a todos los niveles.
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