domingo, 6 de septiembre de 2009

Anarquismo no, ultraliberalismo

A Benjamin Tucker se le considera heredero del pensamiento de Emerson y Thoreau, un exponente del llamado radicalismo norteamericano. La economía será el centro de su pensamiento político y propone, sorprendentemente, como fundadores del socialismo moderno a Proudhon, Marx y Josiah Warren.
Paradójicamente, hay quien sitúa a Warren como pionero del llamado "anarquismo de mercado", pero la cosa aumenta en confusión si recordamos que fue cofundador, junto al socialista utópico Robert Owen, de New Harmony. Warren intentó aplicar en dicho experimento social las teorías de Adam Smith junto a las de Owen, fundando un "almacén de tiempo" en el que el valor de cambio de las mercancías venía determinado por el tiempo empleado en su producción y eran intercambiados en función de esa medida del valor. No sé si se puede incluir a Warren dentro de una tradición socialista, hay quien le califica simplemente de reformador del sistema monetario. En cualquier caso, la teoría social de Warren bebe de Godwin y Owen, según la cual la diversidad presente en la naturaleza debía significar que la vida social se basase en la soberanía individual (y no en la soberanía del pueblo, de tendencia uniformadora). La libertad individual es la condición necesaria para la armonía y el progreso, y la sociedad debe garantizar la individuación de los intereses y las necesidades. Para ello, los individuos deben acceder libremente a los recursos naturales y disponer cada uno de ellos de los productos de su trabajo, los cuales se intercambiarán equitativamente (el valor del producto lo determina, como he mencionado anteriormente, el tiempo empleado en su elaboración).
¿Están Tucker y Warren dentro de una tradición llamada ahora "anarquismo de mercado"? ¿Eran, tal vez, autores atrapados entre sus críticas al socialismo estatal y su afán por superar el capitalismo con propuestas capitalistas librecambistas? Las diatribas de Tucker irán dirigidas, sobre todo, contra el Estado monopolizador y, al igual que Warren, considerará indispensables la soberanía individual y la retribución equitativa del trabajo. Pero lo que este hombre ensalza desmedidamente es la llamada "libre competencia", hasta el punto de considerarla la alternativa a cualquier monopolio de clase. El punto de partida organizativo de una sociedad anarquista debería ser ser la libre asociación de los productores y Tucker parece colocar por encima de ello su concepción librecambista (yendo más lejos incluso que Adam Smith), con la imposibilidad de fijar y distribuir el producto íntegro del trabajo de cada uno ni de concretar como se forma el capital (cuyo libre acceso reclama). Incluso, siendo testigo de una época en la que el sistema monopolista se consolidó interrelacionado con el Estado, siguió alabando la llamada "competencia", la cual sería la solución a todos los males estatalistas, y sería descubierta gradualmente por las nuevas generaciones.
Hay que recordar la ausencia en la historia de Estados Unidos de un movimiento obrero masivo de tendencia revolucionaria, ni aun de un partido socialista al estilo europeo. Los movimiento sociales, de signo marxista o anarquista, solo estuvieron sustentados en grupos minoritarios de origen emigrante y quedarían pronto anulados, al igual que la Industrial Workers of the World (IWW) sería pronto reducida por las tendencias sindicales más reformistas. Los políticos más progresistas en Estados Unidos jamás han puesto en duda su confianza en la competencia, la empresa privada y el librecambio, rechazando tantas veces la intervención del Estado en la economía. Es necesario conocer este contexto para comprender la influencia que Tucker ejerció en los circulos radicales norteamericanos; como dice Solomonoff en su libro El liberalismo de avanzada "es necesario tener en cuenta el sentido concreto de esa tendencia, dentro de su marco social específico, y su estrecha relación con los movimientos populistas de base predominantemente agraria".
La gran crítica a esta posición, llamémosla "ultraliberal", que identifica el poder exclusivamente con el Estado, parece estar en su incapacidad para no considerar al estatal como un sistema de dominación más ni tener en cuenta las fuerzas reales existentes para valorar donde radica la posesión efectiva de la suma del poder social (que no se encuentra íntegramente en el Estado). Para concretar ciertos límites en el conjunto de ideas que se conocen como anarquismo, es necesario recordar que desde sus inicios como tendencia política definida sus principales expositores definieron el Estado sobre bases netamente sociológicas.
Proudhon: "Por esencia el poder se halla en relación ambigua con la sociedad que le da vida real: no es más que el organismo de la fuerza colectiva, pero se mantiene desde fuera. Esta relación de exterioridad se acentúa como consecuencia de la tendencia del hombre a dar carácter mítico al Estado. Siendo éste de por sí un mito, por no tener más realidad que la que le otorga la sociedad, es únicamente un símbolo de lo social sin embargo los pueblos lo rodean de atributos sagrados, cayendo en un autoengaño que parece ser condición de la existencia del Estado".
Bakunin: "En razón de que toda abstracción sólo puede existir mientras esté respaldada por los intereses concretos de un ser real, la abstracción Estado representa en realidad los intereses concretos de las clases gobernantes y poseedoras de la propiedad, a las clases explotadoras y pretendidamente esclarecidas, y asimismo representa la inmolación sistemática, en beneficio de esas clases, de los intereses y de la libertad de las masas esclavizadas".

11 comentarios:

Wm Gille Moire dijo...

Te recomiendo que leas Contra el apartheid anarquista.

Verás que no es nada fácil poner etiquetas de "liberal", "anarquista", etc.

Y además ¿qué importan las etiquetas? Si fulanito es liberal radical o anarquista ¿qué más da?

Por otro lado, la teoría laboral del valor (la idea de que "el valor del producto lo determina el tiempo empleado en su elaboración") es claramente anti-anárquica cuando se propone como una teoría ética. Cuando se la propone como una teoría puramente económica -una explicación de cómo se forman de hecho los precios- es más o menos buena (aunque no impecable); pero propuesta como teoría ética, o como una norma para tratar a tus prójimos, viola las libertades individuales. ¿Te gustaría que la sociedad fije el precio de todo lo que compras o vendes, o que te diga cuánto debes cobrar por tu trabajo o cuánto debes pagar por alguna cosilla? ---Ademàs, aunque se intentara, ¿quién va a vigilar que se cumpla todo eso? Lo único que pasaría es que provocarían el mercado negro, donde la gente compraría y vendería por debajo del agua y a los precios reales.

Anónimo dijo...

Acabo de descubrir su bitácora. Solo he leido un par de entradas, pero me ha parecido realmente interesante.

Ahora mismo no tng mucho tiempo, pero guardaré su enlace y volveré para leerle detenidamente.

Anónimo dijo...

"La libertad individual es la condición necesaria para la armonía y el progreso, y la sociedad debe garantizar la individuación de los intereses y las necesidades. Para ello, los individuos deben acceder libremente a los recursos naturales y disponer cada uno de ellos de los productos de su trabajo, los cuales se intercambiarán equitativamente (el valor del producto lo determina, como he mencionado anteriormente, el tiempo empleado en su elaboración)."

Se contradice usted mismo, por un lado habla de libertad individual y, por otro, niega la libertad a fijar precios.

Wm Gille Moire dijo...

Es que se supone que ya no va a haber precios. Ni dinero, ni mercado, ni empresas ni capitalismo. Va a haber un gran Montón de Cosas adonde llevaremos todos nuestros productos, y ahí mismo tomaremos todo lo que necesitemos. ¿Para qué molestarse con esas aburridas cosas de economía, contabilidad y ventas?

Capi Vidal dijo...

Snake: ojo, que la idea es de Tucker, que me echan ustedes los perros injustamente (y paradójicamente, hablando de un autor que se encuadra en el llamado "anarquismo de mercado").

William Gilmore: le veo a usted tan prejuicioso como a algunos "anarcocolectivistas", en ningún momento he ensalzado el comunismo libertario (lo de aportar y coger del montón creo que es ya un lugar común) ni nada parecido.

Sé que puede parecer que no me mojo (soy consciente de que urgen alternativas económicas al capitalismo), pero sí creo que el anarquismo supone una economía participativa, están ustedes muy obsesionados con su particular modo de entender la libertad (muy alejada de las auténticas propuestas ácratas). El fin del Estado no garantiza el anarquismo ni una sociedad más justa. El capitalismo, por mucho que se empeñen, no es compatible con el anarquismo; este aserto no me convierte automáticamente en un mero comunista o colectivista.

Víctor L. dijo...

Una cosa Capi, ¿por qué razón identificas a Tucker con el anarcocapitalismo? el libre mercado ha sido una herramienta clásica de muchos socialistas, desde Hodgskin hasta Kevin Carson, pasando por Proudhon o el propio Tucker.

Tucker fue mutualista, en la línea de Proudhon -quizá enfatizando en mayor medida la libertad de mercado y el derecho de propiedad-.

El artículo de Solomoff es en general no intenta refutar sus argumentos, sino contextualizar sus ideas como si de ese modo las neutralizase. Me impactó que considerase a Henry George más socialista que a Tucker, cuando el primero defendía los derechos de patente y justificaba el interés (¿habría leído realmente Solomoff a los radicales norteamericanos?).

Algún día me gustaría escribir algo sobre ese artículo, a ver si saco las ganas.


Un saludo.

Unknown dijo...

Hola, Víctor:

Insisto, que yo no tildo a Tucker de nada (tal vez no me he explicado bien en la entrada); al contrario, mi deseo es indagar en la tradición ácrata, obviamente buscando alternativas al Estado y al Capital, sin dogmas de ninguna clase. El texto de Solomonoff es interesante, pero es cierto que no profundiza demasiado y etiqueta con facilidad (eso de "liberalismo de avanzada" no me convence); la selección de textos es también algo peculiar.

A ver si saco tiempo para ver en profundidad tu sitio web... ¡cuántas cosas por hacer!
Un saludo.

Capi Vidal dijo...

Perdón, la entrada anterior era mía.
Capi

Langlois dijo...

Muy buena la cita de Bakunin, ¿de qué texto es?

La etiqueta "ultraliberal" me parece muy tendenciosa. Creo que es un error utilizarla, tanto como llamar a anarcocomunistas "ultracolectivistas" o "ultrabolcheviques". Por otro lado, creo que urge una definición nítida y falsable de "libertad individual" o "soberanía individual".

Un saludo!

Wm Gille Moire dijo...

El capitalismo, por mucho que se empeñen, no es compatible con el anarquismo;

No queremos anarquismo. Queremos anarquía. Orden espontáneo, descentralización, ciudades autónomas, asociaciones voluntarias. Eso es todo.

Capi Vidal dijo...

Bien, pues tal vez pretendan ustedes recuperar una concepción negativa de "anarquía", en la que el "orden" es bastante cuestionable.

No quiero jugar con las palabras, acepto que no me gustan los "ismos" a priori, pero en las ideas libertarias (tal vez, podamos expresarlo mejor así en castellano, mejor no hablar de los "libertarians") no cabe la dominación.

En un orden espontáneo y voluntario preconizado por ideas emancipatorias no cabe la explotación, tiene que haber una influencia moral muy concreta (ahí está la gran discrepancia).

Ustedes, seguramente, acusarán de tendencia totalitaria, pero tendemos a tomar los conceptos de un modo absoluto. Anarquismo, para mí, es superación del totalitarismo y del liberalismo, entre otras muchas cosas.
Y no digo que sea fácil implicar al conjunto de la sociedad, las dificultades son obvias, máxime en estos tiempos que vivimos con una crisis de valores obvia y con una tendencia relativista bastante irritante.