miércoles, 14 de julio de 2010

Cartas contra el nacionalismo

Me agrada mucho leer esta carta, hoy en El País, cuyo autor es José María Acosta Vera:

Es hermoso querer a la tierra que te vio nacer, pero eso no es excluyente con las demás. Los nacionalismos solo han traído conflictos. Junto con las religiones, han sido las causas de todas las guerras desde hace 20 siglos. No te hace mejor haber nacido más allá o más acá de una frontera inventada por los hombres. Qué diferencia a un serbio de un bosnio; qué a un ucraniano de un checheno. Qué soberanía reclaman. Ya no la tiene ni siquiera EE UU, que depende de los mercados y de las grandes multinacionales. Todo es un invento de los políticos, que defienden sus intereses, tantas veces corruptos, movilizando las emociones de gente normal que lo único que quiere es llegar a fin de mes.
Por otra parte, ¿qué es una nación?, ¿qué es una cultura? Cada ciudadano es diferente, y más en un mundo cambiante, lleno de migraciones, con gente de razas distintas, venida de distintos países. Lo único seguro es que quieren vivir en paz y tener trabajo.
Ser nacionalista en el siglo XXI es un contrasentido. Es ir contra los tiempos.

No deja de tener algún punto en común con esta otra, firmada curiosamente por otro José María que es el que suscribe, mandada hace unos días, y me temo que nunca verá la luz en el muy generalista diario:

Hasta el, otrora, feroz y nihilista Carlos Boyero es capaz de insinuar, en estos días de visible exaltación "patriótica", que solo alguien "normal" puede sentirse feliz con los éxitos de la selección nacional. Bien, y dejando la cuestión deportiva a un lado (algo que, por otra parte, resulta francamente difícil, hay que insistir siempre en que "todo es política"), diré que me siento muy orgulloso de no ser nada "normal" en un país que se motiva y se "cohesiona" gracias a cuestiones tan futiles. Una de las definiciones más lúcidas que se me ocurren la escribió la poetisa chilena Gabriela Mistral: "La patria es el paisaje de la infancia y quédese lo demás como mistificación política". Al margen de ello, la palabra "patria", no digamos "nación" (es decir, Estado), es una abstracción que solo me produce aversión, así como sus símbolos (trapitos con los que más de uno debe estar haciendo caja en estos días). No concibo más futuro para la humanidad (esa gran comunidad) que un progresivo hermanamiento de todos sus miembros (eso sí que es un vinculo de cohesión sólido, esa cosita tan interesadamente olvidada que se llama "fraternidad universal", tan opuesta a cualquier nacionalismo). Cosmopolitismo solidario y reafirmación individual, bellas nociones con escaso sentido en un mundo político y económico, que convierte a las personas en meras piezas de un engranaje, apuntalado gracias al "pan y circo" de toda la vida (aunque el pan sea, todavía y desgraciadamente, un elemento a "conquistar" por tantas personas). 

No hay comentarios: