Voy a realizar algunos apuntes sobre el anarquismo en Historia del Pensamiento Social, reputada obra del sociólogo Salvador Giner, omitiré lo que son ya lugares comunes. Comienza afirmando lo desafortunado de haber elegido un término que, anteriormente a las ideas anarquistas, era sinónimo de caos. Sin embargo, me parece que es una decisión valiente por parte de los primeros anarquistas y de un peso filosófico bastante evidente: ausencia de autoridad, en sentido de negación de autoridad, pero también del arkhé (o arjé), la atadura a un principio, a una fuente, la negación del punto de partida en aras del desarrollo. Lo que Giner afirma es que Proudhon y sus seguidores adoptan un término de manera arrogante y desafiadora, que hasta los jacobinos más extremistas consideraban equiparable al desorden moral, la sedición perversa y la destrucción de toda convivencia.
Se acepta la complejidad de la filosofía social del anarquismo, de la cual solo una parte, si bien central, supone la negación de la autoridad, pública o privada. Las críticas o revoluciones anteriores a la Ilustración pretendían únicamente cambiar una autoridad por otra. Incluso la filosofía de Rousseau supone, con su idea de la voluntad general, instaurar una nueva autoridad. Lo que propicia el desarrollo de las ideas anarquistas es la desacralización profunda de la autoridad que se produce en el siglo XVIII, lo que le hace perder todo atributo divino o mágico y empezar a ser tratada con irreverencia. No se niegan los antecedentes históricos, pero sí es cierto que solo podemos hablar estrictamente de anarquismo a partir del siglo XVIII con Godwin. Con este autor, se confunden anarquismo y liberalismo, destacando su radical crítica al Estado (todo Gobierno supone el estancamiento moral), su fe en el progreso y en la perfectabilidad del ser humano y la influencia que tendría posteriormente en socialistas utópicos como Owen y en el ideal ácrata. Giner atribuye a Godwin, y a toda la filosofía anarquista, una idea a todas luces simplificadora: el hombre es bueno de manera innata y es la sociedad estatista la que lo corrompe. Lo que sostenía Godwin es que en un marco social adecuado posibilitaría el desarrollo de la razón y el progreso moral.
Tras Godwin, la idea anarquista (si bien no se puede hablar de una conformación, ni siquiera terminológica), progresa mezclada con muchas otras. En socialistas utópicos como Owen o Fourier conviven rasgos libertarios con otros jerárquicos y contrarios al espontaneísmo. Solo con Proudhon, y su negación de cualquier forma estatista de gobierno, se produce el comienzo de la bifurcación libertaria en las corrientes socialistas. No hay ya en el de Besanzón rasgos aristocráticos o paternalistas, como ocurría en los socialistas anteriores. La conocida y espectacular respuesta que da en su obra ¿Qué es la propiedad? a la cuestión de la propiedad causó impresión y revuelo en su momento, y le granjeo también la amistad del mismo Marx,. No obstane, la divergencia definitiva entre socialistas autoritarios y libertarios se daría con la publicación de Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria, que generó la replica de Marx en Miseria de la filosofía. En esta obra, Proudhon afirma su fe en una ciencia económica objetiva, exacta, capaz de perfeccionarse continuamente y que sería, de todas las ciencias, la suprema. Quiere demostrar que existe un sistema social sujeto a leyes tan objetivas como las físicas, y que la ciencia económica puede descubrir su funcionamiento centrada en el estudio de la producción y la distribución de la riqueza. Por lo tanto, se vincula lo social a lo económico, lo que le aleja de economistas liberales que se centran en el estudio de los aspectos técnicos de la producción y en la productividad. La economía, para Proudhon, debe centrarse en el trabajo y en la relaciones de trabajo, el hombre debe ser el objeto de su atención y solo el producto material (la tierra o las mercancías) se estudiará como primer paso para entrar en el terreno humano e histórico. El estudio de la justicia y la administración supone la confrontación entre el factor humano de la producción y distribución de la riqueza con el factor material (la riqueza misma).
La Filosofía de la miseria considera como centro de atención de la economía política moderna el estudio de las contradicciones (o antinomias) que genera el sistema capitalista. La gran industria, que es una consecuencia de la intensificación del proceso de la división social del trabajo, impone una economía de mercado en la que tiene predominancia el valor en cambio en lugar del valor en uso de las mercancías (lo que da lugar a una nueva antinomía entre ambos valores). La propuesta de Proudhon para superar esa contradicción es su teoría del "valor constituido", que depende del tiempo de trabajo que se invierte en la producción de un artículo determinado (ya que el tiempo de trabajo necesario para crear un producto depende de su utilidad). De esta manera, la sociedad empieza por la producción de los bienes más necesarios y terminará con la de los más superfluos. Otra contradicción presente en el sistema capitalista es la producida entre las máquinas y la libertad. Las máquinas dieron lugar al capital y a la economía asalariada, manteniéndose en manos privadas, lo que obstaculiza la libertad de la mayoría de los trabajadores. Proudhon ataca la propiedad, aun aceptándola como consustancial a la libertad individual, por estar en pocas manos al servicio del sistema capitalista. Para liberar al hombre de esta situación de esclavitud, Proudhon pretende substituir la propiedad, en sentido general, por la posesión en el sentido de una forma restringida de propiedad subordinada al derecho y al control de la sociedad: "La posesión individual es la condición de la vida social". A pesar de que el pensamiento de Proudhon pasa por diversas etapas, se mantiene siempre hostil hacia el Estado y conocida es su alternativa social basada en el mutualismo y la federación.
La critica proudhoniana al liberalismo y al capitalismo pasa por considerar que la llamada "libre competencia" encubre la desigualdad económica, la explotación y el monopolio. Por otro parte, cierto socialismo como el de Louis Blanc refuerza al Estado y la opresión con su propuesta de "talleres nacionales" en los que confluyen el estatismo y la empresa privada. En La capacidad política de la clase obrera, Proudhon criticará todo socialismo que subordine el individuo a la colectividad (critica al socialismo estatista), ya que no desea subyugar toda iniciativa individual a un esquema preestablecido. La alternativa al Estado es el socialismo libertario, basada en la federación libre de asociaciones fundadas en el contrato libre. Aunque Giner considera que el sistema de Proudhon acepta el contrato social, hay que matizar para no incurrir en tergiversaciones que no tiene un origen histórico (como en el caso de los pensadores liberales), sino que está fundado en la conciencia humana, en la solidaridad y en el espontaneísmo (contrato libre, es la definición más adecuada). Proudhon, en crítica a Rousseau, afirma que la solidaridad es reacia a todo estatismo y a algo tan abstracto como la voluntad general. El contrato, según Proudhon, es sinalagmático, lo que quiere decir que los individuos participantes convienen en intercambiar sus esfuerzos, respetando la libertad e independencia mutuas. No existe, como en el caso de gobierno y gobernados, coerción ni fuerza. Es una renovación radical del concepto de derecho.
La organización política, en el sistema proudhoniano anarquista, queda subsumida en las asociaciones mutuas en las que se dispersa el poder que antes detentaba el Estado. En este mutualismo, los hombres son servidores unos de otros sin que exista servidumbre ni subordinación. La industria es controlada por mutualidades obreras interesadas en el beneficio comun, que pactarán con otras mutualidades para el intercambio de productos sin intenciones de lucro capitalista. El federalismo será el único sistema compatible con el mutualismo, no de Estados, sino de regiones sociales (agrícolas o industriales), al que se llegará de forma progresiva. De la misma manera, el federalismo es la única solución a la antinomia autoridad-libertad, que forma parte de toda sociedad humana. Giner considera que es a partir de Proudhon cuando comienza en ambientes revolucionarios a considerarse la idea de organización mutua de los obreros y la misma idea de "consejos obreros" para regentar la industria. El mismo Daniel Guérin, gran estudioso del anarquismo, ve en Proudhon el origen de dichos consejos, comités, soviets o cooperativas de gestión directa. Es algo consustancial a cualquier idea libertaria, la idea de la autogestión, que supone que consideremos al anarquismo de forma intemporal con capacidad para renovarse y resurgir en cualquier forma social.
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