lunes, 26 de julio de 2010

El anarquismo en la historia del pensamiento social II

Salvador Giner realiza, y en otros libros he tenido una impresión similar, una descripción algo caricaturesca del pensamiento de Max Stirner. La más conocida y espectacular obra del alemán es citada con el título de El individuo y su propiedad, descrita como un ataque virulento a la moral burguesa, a la religión y a toda organización política, así como a los hegelianos de izquierda, a Proudhon o a Feuerbach. Se reconoce la influencia de Stirner, algo innegable, en el movimiento anarquista, aunque Giner menciona únicamente "círculos anarquistas de ideología superindividualista". La etiqueta de irracionalista al pensamiento stirneriano, y su inclusión como elemento dentro el anarquismo, es excesiva, más allá de la mencionada influencia en unas ideas que hacen de la libertad individual una premisa fundamental, pero siepre vinculada a una compleja filosofía social. Para Stirner, en una atención filosófica más precisa que la de la obra de Salvador Giner, el hombre sería el centro de toda reflexión y de toda realidad; no un hombre en sentido abstracto, ni un representante genérico de la humanidad, sino del individuo como "único".

Para Stirner, lo realmente valioso es "la originaria e irreductible voluntad de autoafirmación del yo" y se muestra crítico con toda abstracción que pretenda ahogarla. Por lo tanto, el único no es una entidad abstracta, sino real, sin que esté sometida a categoría alguna (ni siquiera, biológica). Lo atractivo del pensamiento de Stirner, al que nunca podrá tomarse de forma dogmática (ni al suyo, ni a ninguno, dejaremos eso para los artífices de una nueva religión), es que se trata de una crítica permanente a toda pretensión de coacción y de subordinación, una preservación de la independencia de la personalidad que, a mi modo de ver las cosas, encuentra numerosos factores en la vida en sociedad (una sociedad de iguales) para pactar con sus semejantes, sin que se vea menoscabada su libertad y sí enriquecida. Es un alejamiento de ese absolutismo egoísta que, tal vez, pretendió Stirner, pero ni nos gustan los dogmas ni los absolutos (aunque hablen de libertad individual, concepto que requiere de más elementos en la visión anarquista y nunca tomados de forma absoluta). En cualquier caso, valga la crítica a la obra de Giner, en la que se da una expresión muy vaga en mi opinión del pensamiento estirneriano, mencionando una posible asociación de "egoístas" para acabar con el sistema social, la parte evidentemente más floja de la obra de Stirner (seguramente, su pretensión social no iba más allá). El individualismo anarquista, al margen de una respetable tendencia, es solo la parte de un todo que nunca puede observarse de manera absoluta sin caer en el reduccionismo o en el empobrecimiento.

Bakunin es mencionada como una gran personalidad, situada en un momento de grandes cambios sociales en la sociedad rusa, que trajo a la Europa occidental notables ideas y tácticas revolucionarias. Dentro del anarquismo, se menciona al ruso como el representante de la "acción directa" y de los aspectos más "destructivos". Es una lectura, a todas luces, distorsionada de la llamada "acción directa" y de una visión revolucionaria, que siempre conlleva transformaciones radicales (acabar con un sistema considerado injusto) junto a la edificación de una nueva sociedad. Esta idea está fundada en "el convencimiento de que la destrucción es el preludio necesario de la creación revolucionaria", Bakunin consideraba que un periodo negativo sería preliminar a una revolución de carácter cualitativo en la que los desacuerdos existentes podrían resolverse dialécticamente en la justicia y armonía generales. En la sociedad perfecta, el Estado sería substituido por la administración, el derecho penal por la corrección humanitaria y así sucesivamente con toda situación de desarmonía. Bakunin consideraba como un maestro a Proudhon, aun sin estar de acuerdo con algunas teorías suyas como la de la posesión. En Federalismo, socialismo y antiteologismo, propone el ruso un sistema confederal europeo basado en los principios proudhonianos, y un socialismo en el que los obreros gestionen de manera directa la industria y la agricultura. Es la ruptura definitiva con el socialismo marxista, basado en la conquista del Estado y en la apropiación, por parte de éste, de los medios de producción. Además, el apoliticismo anarquista (en el sentido de participación parlamentaria) se aleja también de las tácticas marxistas de participación en el sistema burgués y en sus medios legales.

La vida de Bakunin fue tumultosa, plagada de acciones revolucionarias y, tantas veces, descabelladas, pero la insistencia en estos aspectos que realiza Salvador Giner, en los meramente destructivos y en la supuesta falta de coherencia en los métodos del ruso, en unas tácticas revolucionarias (por otra parte, propias de la época), no tiene mucha cabida en una obra que se centra en el pensamiento social. No puede obviarse la importancia filosófica de un gran autor, que merece su espacio en toda obra académica: con Bakunin, puede considerarse que llega la culminación de esa crítica al Estado, impensable hasta una décadas antes, en aras de la emancipación del hombre; no puede obviarse el contenido humanista de su pensamiento, sobre el que pivota una ferrea visión moral ("auténticamente humana"), tampoco su original visión de un materialismo (que el ruso denominó "el verdadero idealismo). Asimismo, otros aspectos destacables del pensamiento bakuninano son: su importancia dentro de la tradición atea (continuando, en este sentido, a Feuerbach); su tesis de la unidad de los mundos físico y social, o su idea de una libertad de la voluntad realmente existente, pero condicionada, que demanda un dominio de los factores externos basado en una respetuosa observación de las leyes naturales. A pesar de la falta de sistematización (algo que, por otra parte, ya es un lugar común con el que hay que ser crítico), Bakunin puede considerarse sin ninguna duda como uno de los padres del anarquismo, una filosofía sociopolítica que resulta tan atractiva como compleja y digna de estudio y profundización. El anarquismo, incluso el llamado posmoderno (etiqueta con la que, desde estas líneas, nos mostraremos muy críticos), se nutre innegablemente del pensamiento de Bakunin.

1 comentario:

Francisco dijo...

Como de costumbre, muy buena entrada. Siempre se agradece un poco de información sobre Stirner.

Un saludo