miércoles, 9 de febrero de 2011

Seudosicologías

Ahora que me estoy empapando del bueno de Erich Fromm, no está de más indagar un poco, desde una perspectiva crítica, en algunas seudosicologías que sufrimos en la posmodernidad. Sin ningún animo de exhaustividad ni dogmatismo, especialmente cuando observo a alguno que quiere echar por tierra nada menos que el sicoanálisis, considerándolo como una seudociencia, algo que me parece excesivo. Nunca he simpatizado demasiado con la teoría sicoanalítica, y parece que los expertos consideran que no puede hablarse en su caso de una disciplina estrictamente científica, pero su influencia en medicina en general y en siquiatría en concreto parece evidente. Además, yo estoy de acuerdo con las críticas de Fromm a la perspectiva burguesa y victoriana, y con su afán simplificador y universalista, de las teorías de Freud, pero aceptando por otro lado las contribuciones de este hombre e incluso partiendo de ellas para elaborar una visión más amplia que tenga en cuenta los condiciones socioeconómicos y culturales en la sique y el comportamiento humanos. Más adelante, seguiré exponiendo la visión de Fromm acerca de la evolución de la sicología. No obstante, ya digo que no incluyo al sicoanálisis entre lo que podemos denominar seudociencias.

Puede decirse que la sicología nace como ciencia en el siglo XIX, cuando numerosos autores intentan despojar al estudio de la mente de la especulación y la metafísica, y situarlo de esa manera junto a otras ciencias objetivas. Al margen de este nacimiento de la sicología como ciencia, Fromm quiere ver un concepto clásico que tenía mucho que ver con la sique, aunque recibiera habitualmente la denominación de ética, y cuyo objetivo era siempre conocer el "alma" del hombre con el objetivo de convertirlo en mejor. Frente a esta concepción, y teniendo en cuenta siempre la profunda crítica que Fromm realiza a la sociedad contemporánea, nace una sicología distinta, cuyo fin es el éxito en la vida del hombre, y no tanto convertirle en algo mejor. Esta es la visión de Fromm, que recordaremos siempre que no es nada reaccionaria, no cree que necesariamente el hombre haya sido mejor en el pasado, pero sí que en la sociedad moderna hay un esfuerzo mayor por tener, que por ser. No sé si simplificando en exceso, puede hablarse de dos grandes ramas en la sicología moderna: la instintivista, que tiene claramente su punto de partida en Darwin y su fundamento en los instintos como motivación humana, según la cual cada conducto tiene un motivo, y cada motivo es innato en el hombre; y la conductista, que sostiene lo contrario, no existe nada innato en el hombre, todo es consecuencia de las circunstancias sociales y de la manipulación (de la familia o de otros hombres). Puede decirse que ambas corrientes son deterministas, ya que el hombre se haya condicionado, bien por condiciones biológicas, bien por circunstancias sociales, aunque el conductismo triunfara en mayor medida a lo largo del siglo XX en la que puede afirmarse que se reemplazó el estudio de la mente por el de la conducta. En la segunda mitad del siglo pasado, entra en juego la sicología cognitiva, que reúne a especialistas de diversas disciplinas científicas y en la que entra en juego de nuevo el estudio de los procesos mentales, aunque aceptando la herencia del conductismo y teniendo en cuenta siempre los presupuestos científicos (lo empírico y lo objetivo). Algunos son optimistas con la evolución de la sicología cognitiva, que daría frutos magníficos sobre el estudio de la mente humana, aunque hay que tener en cuenta siempre otros factores concurrentes en la cuestión individual (íntimamente relacionada con lo social). En cualquier caso, sí me parece importante discriminar lo que está legitimado científicamente, de aquello que podemos llamar seudosicología en la era posmoderna (o en esa cosita tan irritante que llaman New Age). Veamos unos cuantos ejemplos.

La parasicología, por su propia denominación, induce tantas veces a engaño. No se trata de una rama de ninguna disciplina científica que se estudie en universidades, aunque parece cierto que el mundo anglosajón existe algún laboratorio que pretende haber tenido cierto éxito en sus investigaciones sobre fenómenos sobre telepatía y telequinesis. No obstante, parece que no hay nada definitivo, y las críticas son numerosas y sólidas acerca de la metodología y estadísticas de estos experimentos. Hay que decir que la parasicología, a diferencia de otras seudociencias, comparte con la ciencia en general, y con la sicología en particular, la idea de que el método científico resulta el mejor camino para comprender el mundo. Es posible que no haya intención de fraude en muchos de estos investigadores, pero también hay que tener en cuente la enorme incidencia en nuestra cultura de este tipo de fantasías acerca de supuestos poderes extrasensoriales y las ganas de "creer" de las personas. No sé si simplifico en exceso cuando hablo de infantilismo cultural, pero algo de eso puede haber. Frente a ello, el método científico en estos experimentos es fundamental, incluidos en él la teoría explicativa y la posibilidad de reproducción, cosas que se antojan casi imposible en la parasicología.

Otra seudosicología es la llamada terapía de regresión, según la cual es posible volver atrás en los recuerdos, acceder a experiencias pasadas y poder así cambiar contenidos de tipo inconsciente, que se introdujeron en nuestra mente, y que produjeron los males presentes; los defensores de esta terapía aceptan incluso que los recuerdos no son del todo exactos, una supuesta representación del inconsciente, lo cual puede constituir un peligro evidente, ya que la lógica nos dice que esos posibles recuerdos reprimidos son simplemente falsos. En definitiva, hay una gran cantidad de sicologías alternativas, como la terapia holística, la sicología holística, el análisis transaccional o la sicología transpersonal, en las que se juegan con ciertos conceptos más o menos sicológico con otros esotéricos, y que nada parece que tengan que ver con un estudio de la mente responsable.

Una terapia que parece que tiene cierta popularidad, y que tiene un nombre aparentemente atractivo, es la programación neurolingüística (PNL). Entre sus premisas se encuentran que los movimientos del cuerpo y la manera de respirar serían indicadores evidentes de cómo piensan las personas, así como la forma de mirar, y que las palabras que utilizamos reflejan la percepción interna e inconsciente de nuestros problemas. La percepción que del mundo tiene el individuo es una premisa fundamental de la sicología cognitivo-conductual, perfectamente validada en lo empírico y habitual en la sicología clínica, pero con la utilización del inconsciente y de las palabras, mezclados alegremente con conceptos más sólidos como la percepción y los procesos cerebrales, entramos en un terreno seudocientífico. En el momento que demos, en según qué terapias, con un cóctel en el que se mezcla la felicidad, el desarrollo personal, el cambio o el despertar del "poder", habría que huir bien lejos. Las aspiraciones holísticas de estas técnicas también pueden ser otro síntoma obvio  de su condición esotérica, cuando aparecen muy vinculadas a a parasicología o a toda suerte de terapias alternativas. El ser humano sigue teniendo muchas debilidades y muchas necesidades, además de las meramente materiales o físicas, y creo que es susceptible de ser manipulado, tanto por la religión, como por ciertas disciplinas alternativas no muy distantes de lo místico.

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