Hoy, la llamada jornada de reflexión en la, llamada, democracia española, reflexionamos que queremos una sociedad mejor. El ambiente en la Puerta del Sol de Madrid es magnífico, por mucho que quieran reducir los actos de protesta a un vulgar acto de campaña, con las prohibiciones de rigor de los órganos correspondientes, las personas están diciendo basta ante la situación política y económica del país. Lo que ya llaman algunos "revolución española", haciendo un paralelismo con lo vivido en Túnez y Egipto a principios de año, puede ser al menos un magnífico revulsivo para sacar a la gente de la apatía y el conformismo, y para generar un nueva conciencia de clase. Parece ser que se esta difundiendo una papeleta para el voto nulo en la jornada electoral de mañana, día 22 de mayo, el cual se quiera hacer pasar por una especie de abstención consciente, a diferencia del voto en blanco que acaba computando en los porcentajes de reparto de escaños. Bien, la postura ácrata de toda la vida es la abstención consciente (la de verdad, que es la de no participar en el sistema), ya que obviamente se apuesta por una crítica radical al sistema representativo. Naturalmente, que cada persona haga lo que le venga en gana, pero sí hay que decir que esta crítica al sistema solo es un pequeño punto de partida para la transformación social (y política), por lo que si la cosa se queda en una llamada de la atención a la clase política, poco vamos a adelantar. Parte de las protestas, parece ser solo un deseo de una mayor pluralidad de partidos en el juego democrático, olvidando que el poder político y el económico resultan indisociables (¡ah, las alternativos económicas, siempre tan necesarias, y habitualmente tan ausentes!), que los programas de los partidos, por muy atractivos que se presenten, deben adaptarse a unas reglas del juego inamovibles.
A propósito de la polisemia de la palabra "revolución", sí existe un paralelismo con lo vivido en ciertos países árabes, y es el deseo de las personas de una vida mejor. Y no se trata del mezquino "sálvese el que pueda" que propone el liberalismo, los cambios son para el conjunto de la sociedad. Nada está escrito, no existe una concepción determinista (y falaz) del progreso que obligue a tantos seres humanos a pemanecer en la indigencia. Existen experiencias históricas, y ahora se están produciendo otras nuevas, en las que el pueblo toma la iniciativa, se organiza y construye alternativas a los múltiples problemas presentes en la sociedad. Se demuestra factible la toma de decisiones de manera asamblearia, de manera que se canalicen las diversas aspiraciones y reivindicaciones, y se supere así un individualismo insolidario. Se trata de reivindicar la individualidad (frente a un individualismo disociado del conjunto de la sociedad) y la pluralidad, de encontrar un nexo social en la solidaridad, y de construir el socialismo libertario (la riqueza va dirigida a todos los miembros de la sociedad, se apuesta por la máxima libertad y la máxima igualdad, recogiendo la tradición de lo mejor de las teorías políticas). Ayer, en la Puerta del Sol pude leer una pancarta que pedía la superación de las diferencias ideológicas en aras de la unión. Bien, está claro que serán muchas las sensibilidades presentes en estas protestas, aunque la aspiración común es la de construir otra realidad (esa palabra de etimología tan odiosa), por lo que los libertarios pueden trabajar por lo que consideramos los mejores valores humanos (siempre habrán personas que se negarán a ser solidarias o a cooperar, pero es éste un valor al que tenemos que dar peso en toda organización social, frente a la atomización y la competitividad), y tratar de convencer sin coacción alguna.
La campaña electoral y el sistema representativo han perdido protagonismo gracias a este movimiento social que adopta el nombre de "democracia real", a su capacidad para organizarse sin injerencias externas, crear órganos asamblearios, dar voz a todo el mundo, tomar decisiones... El sistema políticio y mediático está perplejo, la simple apariencia de libertad y pluralidad que preconizan se muestra incapaz de asimilar la construcción de otra realidad. Naturalmente, no podemos ser ilusos, sabemos que muy posiblemente la situación sea finalmente mediatizada, que se reduzcan las exigencias más radicales y que la cosa quede en una simple crítica al bipartidismo y al sistema financiero, sin moverse apenas los cimientos del Estado y el capital (ni de los actores que les hacen el juego, sean de "izquierdas" o de derechas). No nos equivoquemos, esta situación no le hace el juego a la derecha; la derecha, en mayor o en menor grado, lleva toda la vida instalada en el poder. El daño social y sicológico, a mi modo de ver en constante aumento, que se produce en las sociedades contemporáneas solo pasa por una cambio radical a todos los niveles, por una progresiva descentralización de la política y de la economía, por una acción directa que tome el lugar de la democracia representativa. Eso es lo que se está viviendo estos días en tantos lugares de España. No nos olvidemos mañana, un día más, de abstenernos de participar en lo que consideramos injusto y de seguir tomando las riendas de nuestras vidas.
A propósito de la polisemia de la palabra "revolución", sí existe un paralelismo con lo vivido en ciertos países árabes, y es el deseo de las personas de una vida mejor. Y no se trata del mezquino "sálvese el que pueda" que propone el liberalismo, los cambios son para el conjunto de la sociedad. Nada está escrito, no existe una concepción determinista (y falaz) del progreso que obligue a tantos seres humanos a pemanecer en la indigencia. Existen experiencias históricas, y ahora se están produciendo otras nuevas, en las que el pueblo toma la iniciativa, se organiza y construye alternativas a los múltiples problemas presentes en la sociedad. Se demuestra factible la toma de decisiones de manera asamblearia, de manera que se canalicen las diversas aspiraciones y reivindicaciones, y se supere así un individualismo insolidario. Se trata de reivindicar la individualidad (frente a un individualismo disociado del conjunto de la sociedad) y la pluralidad, de encontrar un nexo social en la solidaridad, y de construir el socialismo libertario (la riqueza va dirigida a todos los miembros de la sociedad, se apuesta por la máxima libertad y la máxima igualdad, recogiendo la tradición de lo mejor de las teorías políticas). Ayer, en la Puerta del Sol pude leer una pancarta que pedía la superación de las diferencias ideológicas en aras de la unión. Bien, está claro que serán muchas las sensibilidades presentes en estas protestas, aunque la aspiración común es la de construir otra realidad (esa palabra de etimología tan odiosa), por lo que los libertarios pueden trabajar por lo que consideramos los mejores valores humanos (siempre habrán personas que se negarán a ser solidarias o a cooperar, pero es éste un valor al que tenemos que dar peso en toda organización social, frente a la atomización y la competitividad), y tratar de convencer sin coacción alguna.
La campaña electoral y el sistema representativo han perdido protagonismo gracias a este movimiento social que adopta el nombre de "democracia real", a su capacidad para organizarse sin injerencias externas, crear órganos asamblearios, dar voz a todo el mundo, tomar decisiones... El sistema políticio y mediático está perplejo, la simple apariencia de libertad y pluralidad que preconizan se muestra incapaz de asimilar la construcción de otra realidad. Naturalmente, no podemos ser ilusos, sabemos que muy posiblemente la situación sea finalmente mediatizada, que se reduzcan las exigencias más radicales y que la cosa quede en una simple crítica al bipartidismo y al sistema financiero, sin moverse apenas los cimientos del Estado y el capital (ni de los actores que les hacen el juego, sean de "izquierdas" o de derechas). No nos equivoquemos, esta situación no le hace el juego a la derecha; la derecha, en mayor o en menor grado, lleva toda la vida instalada en el poder. El daño social y sicológico, a mi modo de ver en constante aumento, que se produce en las sociedades contemporáneas solo pasa por una cambio radical a todos los niveles, por una progresiva descentralización de la política y de la economía, por una acción directa que tome el lugar de la democracia representativa. Eso es lo que se está viviendo estos días en tantos lugares de España. No nos olvidemos mañana, un día más, de abstenernos de participar en lo que consideramos injusto y de seguir tomando las riendas de nuestras vidas.
1 comentario:
me gusta, es cierto el poder esta desencajado ante un movimiento que plantea horizontalidad y dar la voz a la gente. He visto consignas muy bonitas como: "Mis sueños no caben en vuestras urnas"
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