Nicholas Walter (1934-2000) es otro de los intelectuales anarquistas vinculados a la publicación Freedom y a la editorial Freedom Press. Walter nació en Londres y estudiará historia en el Exeter College de Oxford, aunque después se convertirá en periodista; a pesar de que se unió al Partido Laborista en la Universidad, lo abandonará por el anarquismo y por un activismo pacifista en 1959. Como pacifista, formó parte de The Comitte of 100 (el comité de los 100), grupo británico antibélico creado en 1960, del que también formó parte Bertrand Russell; los objetivos del grupo eran promover la resistencia no violenta y la desobediencia civil en contra de la carrera armamentística. Entre la diversas maneras que existen de militancia anarquista, Walter consideraba indispensable la participación activa en movimientos plurales, como era el caso del comité de los 100 o de muchos otros que luchan por los derechos civiles y por la resistencia a la autoridad; tal participación con personas no anarquistas iba unida para él, de manera obvia, con cierto compromiso respecto a los principios libertarios, ya que de otro modo se corría el riesgo de abandonar definitivamente las ideas. Aceptando esas integridad de principios, su forma de ver la contribución de los anarquistas a la militancia en dichos grupos era doble: por un lado, se acentuaba el fin de una sociedad libertaria y, por otro, se insistía en la utilización de medios libertarios para lograrla. Walter formó parte también de otro grupo vinculado al comité de los 100, Spies for Peace (espías por la paz), encargados de divulgar documentos gubernamentales que se adelantaban a lo que ocurriría después de una guerra nuclear; Walter será el único miembro identificado de este colectivo, algo que únicamente se desvelará después de su muerte.
En 1966, será encarcelado durante dos meses por un acto de protesta, en contra de la guerra de Vietnam, frente al primer ministro laborista Harold Wilson. Muy conocida es igualmente su labor como humanista ateo; será editor durante casi una década de New Humanist (febrero de 1975 a julio de 1984), publicada por la Rationalist Press Association, y estará unido en general durante toda su vida al movimiento racionalista y laico. También fue Walter un prolífico escritor de cartas a periódicos y revistas, y se estima que se publicarán unas 2.000 a lo largo de su vida firmadas con su propio nombre o bien con los seudónimos de Jean Raison, Arthur Freeman y Mary Lewis. En su producción como anarquista, destaca el libro About Anarchism, publicado por primera vez en 1969 y traducido después a varios idiomas; en 2002, hubo una edición revisada con un prólogo de la hija del autor, la periodista y escritora Natasha Walter, muy conocida también por ser activista por los derechos humanos. Como se ha dicho, Nicholas Walter estuvo prácticamente toda su vida vinculado a Freedom Press y fue un colaborador asiduo de Freedom y de otras publicaciones. Una recopilación de estos escritos fue publicada en 2007 con el título de The Anarchist Past and other essays, editada por David Goodway. Tal y como figura en la entrada en inglés de Wikipedia, Walter es tal vez más conocido en Gran Bretaña por su humanismo laico. En 1989, después de que Salman Rushdie sufriera la fetua, pronunciamiento desde el Islam instando a su ejecución, por su libro Los versos satánicos, Walter formó un comité para luchar contra la ley que persigue la blasfemia en Reino Unido, todavía vigente en la actualidad; logró una declaración firmado por 200 figuras públicas y su libro posterior, Blasphemy Ancient and Modern (blasfemia antigua y moderna), colocó la controversia sobre Rushdie en su contexto histórico.
En Acerca del anarquismo, Nicholas Walter consideraba que el anarquismo podía verse, tanto como un desarrollo del liberalismo o del socialismo, como de ambos a la vez. La libertad que desean los liberales y la igualdad, por la que luchan los socialistas, no son incompatibles, sino complementarias; se trata de la gran contribución del anarquismo a la teoría política. Para los anarquistas, no es posible ninguna polarización hacia ninguno de los dos conceptos y no es posible una sin la otra. Otro rasgo, para Walter, que convierte al anarquismo en indudablemente actual es su concepción escéptica del progreso. Los liberales observan la historia como "un desarrollo lineal que parte del salvajismo, la superstición, la intolerancia y la tiranía, y llega a la civilización, la ilustración, la tolerancia y la emancipación; por su parte, los socialistas suelen ver la historia como "un desarrollo dialéctico a partir del salvajismo, a través del despotismo, el feudalismo y el capitalismo, hasta llegar al triunfo del proletariado y a la abolición del sistema de clases". En ambos casos, aunque existan reacciones y revoluciones, se parte de un pasado malo para llegar a un futuro benévolo. Walter definía la visión anarquista del progreso como un proceso dualista: una oposición permanente entre dominadores y dominados, entre el principio de autoridad y la libertad, entre el Estado y la sociedad. Así, los anarquistas son conscientes de que no siempre hay progreso ni se resuelve la antinomia; solo se puede estar seguro de que el mundo está mejorando, y nunca en un sentido lineal y determinista, cuando las personas vayan percatándose de que pueden resolver sus asuntos sin necesidad de autoridad alguna. Si la socialdemocracia puede verse como una simple mezcla de socialismo y de liberalismo, necesitada aún de la institución del gobierno, Nicholas Walter, en la línea de Rudolf Rocker, consideraba el anarquismo como una superación de ambas teorías políticas y rebatiéndolas al mismo tiempo al ir más lejos en sus propuestas y lograr la síntesis entre libertad e igualdad.
Nicholas Walter (izquierda), junto a Vernon Richards. |
En Acerca del anarquismo, Nicholas Walter consideraba que el anarquismo podía verse, tanto como un desarrollo del liberalismo o del socialismo, como de ambos a la vez. La libertad que desean los liberales y la igualdad, por la que luchan los socialistas, no son incompatibles, sino complementarias; se trata de la gran contribución del anarquismo a la teoría política. Para los anarquistas, no es posible ninguna polarización hacia ninguno de los dos conceptos y no es posible una sin la otra. Otro rasgo, para Walter, que convierte al anarquismo en indudablemente actual es su concepción escéptica del progreso. Los liberales observan la historia como "un desarrollo lineal que parte del salvajismo, la superstición, la intolerancia y la tiranía, y llega a la civilización, la ilustración, la tolerancia y la emancipación; por su parte, los socialistas suelen ver la historia como "un desarrollo dialéctico a partir del salvajismo, a través del despotismo, el feudalismo y el capitalismo, hasta llegar al triunfo del proletariado y a la abolición del sistema de clases". En ambos casos, aunque existan reacciones y revoluciones, se parte de un pasado malo para llegar a un futuro benévolo. Walter definía la visión anarquista del progreso como un proceso dualista: una oposición permanente entre dominadores y dominados, entre el principio de autoridad y la libertad, entre el Estado y la sociedad. Así, los anarquistas son conscientes de que no siempre hay progreso ni se resuelve la antinomia; solo se puede estar seguro de que el mundo está mejorando, y nunca en un sentido lineal y determinista, cuando las personas vayan percatándose de que pueden resolver sus asuntos sin necesidad de autoridad alguna. Si la socialdemocracia puede verse como una simple mezcla de socialismo y de liberalismo, necesitada aún de la institución del gobierno, Nicholas Walter, en la línea de Rudolf Rocker, consideraba el anarquismo como una superación de ambas teorías políticas y rebatiéndolas al mismo tiempo al ir más lejos en sus propuestas y lograr la síntesis entre libertad e igualdad.
2 comentarios:
Cuestión compleja la de la anarquía. Seguramente existen tantas concepciones de la misma como anarquistas, pero ahí radica, en mi opinión, uno de sus más preciados valores: es lo más opuesto al pensamiento único -y por tanto a al principio de autoridad- que cabe pensar.
Recientemente leí sus impresiones sobre el libro de Carlos Diaz Por y contra Stirner. Me parece acertado que usted exponga que carlos Diaz ha hecho una interpretación sesgada de EL único y su propiedad, y que por otra parte, es un libro, una propuesta y una crítica muy util para analizar los problemas actuales. A Stirner siempre se le ha visto como un filósofo de segunda línea y creo que debe ser reconsiderada porq sus críticas fueron, son y seguirán siendo pertinentes sobre todo en tiempo de "identidad" y de un capitalismo desbordado.
Gracias de nuevo por sus impresiones.
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