La revista Ajoblanco se publicó en España durante más de dos décadas y en dos etapas: 1974-1980 y 1987-1999; abarcó, por lo tanto, desde el final de la dictadura franquista, pasando por la Transición y llegando hasta casi el siglo XXI. Esta publicación, a la que podemos denominar "contracultural", fue todo un revulsivo para la época.
Ajoblanco, junto a otras publicaciones, como Star, Nueva Lente u Ozono, es una de las revistas fundamentales para comprender la difusión de la contracultura en España. En los años 70, la España de Franco estaba viviendo un momento interesante con las protestas estudiantiles, las luchas del movimiento obrero, las comunas, el teatro alternativo, las editoriales y librerías independientes…; era un despertar de la contracultura en las grandes ciudades del país. Uno de los fundadores de Ajoblanco, José Ribas, de origen burgués e ideas libertarias, tal y como él mismo explica, decidió con un impulso libertario dar voz y lenguaje a una generación con muchas ideas, pero castrada por el nacional-catolicismo y por todo tipo de fuerzas autoritarias; era la realidad de una España gris, anquilosada y opresiva.
Dos de los aspectos que caracterizaron esta publicación fueron un espíritu lúdico y un corrosivo y agradecible sentido del humor, algo que se consideraba esencial para transformar el mundo. No olvidemos que la intención fundamental, aunque es cierto que el proyecto reunía a otros grupos y partidos de izquierda (independientes, ya que el propio Ribas ha insistido en que la extrema izquierda solía ser bastante dogmática, por lo que se renegaba de los partidos ortodoxos), era romper el monopolio cultura imperante e insuflar nuevas energías libertarias para condicionar el cambio social. En sus memorias, Ribas aclara que Ajoblanco no transformó el mundo, pero al menos mostró las posibles herramientas para hacerlo. Por supuesto, el grupo redactor, fundamentalmente ácrata, se organizaba de manera no jerarquizada y asamblearia; junto a José Ribas, el núcleo originario estaba formado por Toni Puig y Fernando Mir.
La importancia de Ajoblanco puede verse en los contenidos originales que mostró, ya en esa primera etapa, y desde una óptica libertaria, sobre los más variados temas: antisiquiatría, ecologismo, urbanismo, homosexualidad, cooperativismo, energías libres, naturismo, familia, cárceles, urbanismo sostenible, pedagogía antiautoritaria… En este primero período, entre 1974 y 1980, se habla de una difusión de unos 90.000 ejemplares. Hubo un total de 180 números, 30 especiales y toda una serie de publicaciones adyacentes como Alfalfa, La Bañera y Xiana; por sus páginas pasaron destacadas voces de aquellos años, individualidades del mundo de los más diversos campos (filosofía, poesía, arquitectura, artistas de todo tipo…) y toda clase de colectivos y grupos de trabajo, por no hablar de los miles de lectores que contribuyeron inventando todo tipo de cosas para la revista. Ajoblanco fue todo un proceso, por un lado de ruptura con todo el lastre autoritario que a nivel personal y social se había vivido, por otro de liberación en el sentido de concebir la publicación como un proyecto transformador de carácter libertario con el objetivo de influir todo lo posible en la sociedad. Los problemas financieros, junto a los cambios llevados a cabo por una nueva gerencia, acabaron con las revista a finales de los años 70. Coincide el momento, tras un esperanzador auge, con el declive del movimiento anarquista debido a las constantes infiltraciones policiales y a su criminalización; el colofón fue el caso Scala, que perjudicó gravemente a la CNT.
La segunda etapa de la revista, tal vez más cultural que política, se inicia en 1987, llegando hasta finales de los años 90. Ribas la explica de la siguiente manera: "Si el primer Ajoblanco fue el descubrimiento de la identidad, el de la pasión por el descubrimiento. El segundo fue el del rigor, el de la lucha por la regeneración cultural y democrática, por construir una cosmovisión…". A pesar de que la revista adquiere un mayor estatus de profesionalización, a través de la editorial Odeón, con tiradas de unos 50.000 ejemplares, no se pierde nunca la orientación libertaria; las críticas al sistema, especialmente a los gobiernos de España (PSOE) y de Cataluña (CiU), fueron feroces con la idea de que se vivía una falsa democracia. Con una ya grave crisis financiera que asolaba a la publicación, el número 125 aparece en 1999, y con él se despedirá Ajoblanco. Posteriormente, solo aparece en 2004 un especial recopilando los que se consideraban los mejores trabajos de la primera época. En 2007, José Ribas publica sus memorias, crónica de los años 70 y de los orígenes de la revista, con el título de Los 70 a destajo. Hoy, tanto o más que ayer, es muy necesaria un publicación como Ajoblanco.
Enlaces de interés:
-Sitio web de Ajoblanco.
-Entrevista a José Ribas en alasbarricadas.org.
-Entrevista a José Ribas en LaHaine.
-Los 70 a destajo, memorias de José Ribas.
Ajoblanco, junto a otras publicaciones, como Star, Nueva Lente u Ozono, es una de las revistas fundamentales para comprender la difusión de la contracultura en España. En los años 70, la España de Franco estaba viviendo un momento interesante con las protestas estudiantiles, las luchas del movimiento obrero, las comunas, el teatro alternativo, las editoriales y librerías independientes…; era un despertar de la contracultura en las grandes ciudades del país. Uno de los fundadores de Ajoblanco, José Ribas, de origen burgués e ideas libertarias, tal y como él mismo explica, decidió con un impulso libertario dar voz y lenguaje a una generación con muchas ideas, pero castrada por el nacional-catolicismo y por todo tipo de fuerzas autoritarias; era la realidad de una España gris, anquilosada y opresiva.
Dos de los aspectos que caracterizaron esta publicación fueron un espíritu lúdico y un corrosivo y agradecible sentido del humor, algo que se consideraba esencial para transformar el mundo. No olvidemos que la intención fundamental, aunque es cierto que el proyecto reunía a otros grupos y partidos de izquierda (independientes, ya que el propio Ribas ha insistido en que la extrema izquierda solía ser bastante dogmática, por lo que se renegaba de los partidos ortodoxos), era romper el monopolio cultura imperante e insuflar nuevas energías libertarias para condicionar el cambio social. En sus memorias, Ribas aclara que Ajoblanco no transformó el mundo, pero al menos mostró las posibles herramientas para hacerlo. Por supuesto, el grupo redactor, fundamentalmente ácrata, se organizaba de manera no jerarquizada y asamblearia; junto a José Ribas, el núcleo originario estaba formado por Toni Puig y Fernando Mir.
La importancia de Ajoblanco puede verse en los contenidos originales que mostró, ya en esa primera etapa, y desde una óptica libertaria, sobre los más variados temas: antisiquiatría, ecologismo, urbanismo, homosexualidad, cooperativismo, energías libres, naturismo, familia, cárceles, urbanismo sostenible, pedagogía antiautoritaria… En este primero período, entre 1974 y 1980, se habla de una difusión de unos 90.000 ejemplares. Hubo un total de 180 números, 30 especiales y toda una serie de publicaciones adyacentes como Alfalfa, La Bañera y Xiana; por sus páginas pasaron destacadas voces de aquellos años, individualidades del mundo de los más diversos campos (filosofía, poesía, arquitectura, artistas de todo tipo…) y toda clase de colectivos y grupos de trabajo, por no hablar de los miles de lectores que contribuyeron inventando todo tipo de cosas para la revista. Ajoblanco fue todo un proceso, por un lado de ruptura con todo el lastre autoritario que a nivel personal y social se había vivido, por otro de liberación en el sentido de concebir la publicación como un proyecto transformador de carácter libertario con el objetivo de influir todo lo posible en la sociedad. Los problemas financieros, junto a los cambios llevados a cabo por una nueva gerencia, acabaron con las revista a finales de los años 70. Coincide el momento, tras un esperanzador auge, con el declive del movimiento anarquista debido a las constantes infiltraciones policiales y a su criminalización; el colofón fue el caso Scala, que perjudicó gravemente a la CNT.
La segunda etapa de la revista, tal vez más cultural que política, se inicia en 1987, llegando hasta finales de los años 90. Ribas la explica de la siguiente manera: "Si el primer Ajoblanco fue el descubrimiento de la identidad, el de la pasión por el descubrimiento. El segundo fue el del rigor, el de la lucha por la regeneración cultural y democrática, por construir una cosmovisión…". A pesar de que la revista adquiere un mayor estatus de profesionalización, a través de la editorial Odeón, con tiradas de unos 50.000 ejemplares, no se pierde nunca la orientación libertaria; las críticas al sistema, especialmente a los gobiernos de España (PSOE) y de Cataluña (CiU), fueron feroces con la idea de que se vivía una falsa democracia. Con una ya grave crisis financiera que asolaba a la publicación, el número 125 aparece en 1999, y con él se despedirá Ajoblanco. Posteriormente, solo aparece en 2004 un especial recopilando los que se consideraban los mejores trabajos de la primera época. En 2007, José Ribas publica sus memorias, crónica de los años 70 y de los orígenes de la revista, con el título de Los 70 a destajo. Hoy, tanto o más que ayer, es muy necesaria un publicación como Ajoblanco.
Enlaces de interés:
-Sitio web de Ajoblanco.
-Entrevista a José Ribas en alasbarricadas.org.
-Entrevista a José Ribas en LaHaine.
-Los 70 a destajo, memorias de José Ribas.
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