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domingo, 21 de agosto de 2016

La necesidad de una comunicación racional

Es un hecho indudable que vivimos en la era de la comunicación de masas, incluso puede decirse que lo que define a nuestro tiempo es el continuo intento de "persuadir" a las masas. Lo que define a la sociedad de consumo y a la democracia representativa es tratar de convencer a las personas de que tal producto es el mejor, de que un determinado candidato va a ser el mejor dirigente (parece que la condición de "electo" lo acaba justificando casi todo) o, incluso, de otorgarnos una visión de la vida o de la verdad.

Los informativos, en mi opinión cada vez más detestables por su eterna arrogación de la pretensión de "informar" a las personas, ejercen una tremenda influencia en las personas a la hora de contemplar el mundo y opinar sobre un asunto. De poco sirve que se señale la condición limitada o selectiva de los medios a la hora de dar una noticia, la visión del mundo parece en gran parte determinada por esta sociedad de la comunicación. Los noticiarios de televisión, de manera más obvia, seleccionan sus noticias con el peso principal del factor del entretenimiento, por encima del cualquier otro. De esta manera, lo que vemos en la "caja tonta" con la presunta intención de informarnos se centra en catástrofes y en actitudes violentas de las personas, ya que el componente de la acción será un espectáculo más sugerente que el de los comportamientos pacíficos o constructivos. No es raro que gran parte de la población considere que la mayoría de sus semejantes resulta peligrosa (incluso, puede extenderse la creencia de que las personas son más violentas ahora que en otras épocas), que se reclame una continua protección (por parte del Estado, ya que "no existe otra alternativa") e, incluso, hay estudios que aseguran que la continua repetición de comportamientos violentos induce a la emulación (teoría que yo he oído en repetidas ocasiones, y que la gente suele desdeñar, ya que "los malos son siempre los otros").