sábado, 20 de julio de 2024

Modernidad versus posmodernidad: la tensión anarquista

No resulta tan fácil, a pesar de lo que nos han enseñado, establecer los límites de las diferentes etapas históricas; una de las señas de identidad de la modernidad es el de la racionalidad científica y, aunque suele hablarse de su inicio en la Ilustración del siglo XVIII, ya empezó a forjarse en la Europa del siglo XV con el descubrimiento de la imprenta, de las artes navegatorias y del Nuevo Mundo[1]. La modernidad, y la racionalidad científica con la idea de la objetividad, resultan impensables sin la representación gracias al libro impreso; por lo tanto, la ideología moderna cree que es posible trasladar el plano de lo real al plano del conocimiento de forma fiel y fiable. Otros rasgos de la modernidad es la confianza exacerbada en la razón y el progreso[2], la pretensión universal de los valores, la autonomía del sujeto, un humanismo que considera existe cierta naturaleza humana o, muy importante para la construcción de la comunidad política, el surgimiento del individualismo (los vínculos sociales se fundamentarán ahora en los derechos e intereses de los individuos). La modernidad, no cabe duda, constituye un proceso secularizador con adelantos evidentes que apartan el oscurantismo religioso. Pero, con la anunciada muerte del concepto de Dios no se destruye el trono, valga la metáfora, y en él se acaban asentando otros principios absolutos: la Razón, la Verdad, los Valores… Valga esta última aseveración para abrir boca sobre la controversia establecida por la posmodernidad donde se vincula la modernidad con otra forma de absolutismo.

jueves, 27 de junio de 2024

La conciencia libertaria sobre el ser humano concreto

El capitalismo, (incuestionable para tantos), la sociedad de consumo (con su frívolo atractivo y sus vacuos valores) y la democracia representativa (con sus continuos e inefables salvadores) parecen haber seducido a la mayor parte de la sociedad. ¿Es posible una nueva conciencia libertaria y subvertir el estado de las cosas?

Los anarquistas insistimos, todo lo a menudo que podemos, en la libertad individual y en la emancipación social. Para ello, de forma no menos pertinaz, y teniendo en cuenta la profunda aversión que sentimos por todo tipo de tutela y de salvadores externos, hablamos de trabajar sobre la conciencia de las personas. Sin embargo, en gran parte de las personas no encontramos el menor indicio de esa nueva conciencia libertaria. No desesperemos, el ser humano es profundamente maleable y los paradigmas de comportamiento, influidos por la conciencia y por nuevos valores, cambiarán tarde o temprano (y trabajamos, aquí y ahora, para que sea a mejor). Hay quien dice que la sociedad posmoderna nos ha traído un individuo egoísta y atomizado, donde no hay apenas cabida para la conciencia comunitaria ni, paradójicamente, para una auténtica individualidad (que sería, no lo que nos aísla, sino lo que nos diferencia del otro). No olvidemos, al margen de disquisiciones filosóficas sobre la posmodernidad (que pueden ser más o menos interesantes), que el desarrollo de la modernidad va innegablemente unido al sistema económico y productivo del capitalismo. No sabemos con seguridad si todo está determinado por la economía, como aseguró Marx, pero sí que estamos gravemente condicionados por un sistema devastador y explotador (aunque haya seducido, en su noción de progreso a tantos seres humanos). Si el capitalismo lo impregna todo, no podemos dejar de mencionar los otros anatemas del anarquismo (con el Estado y la Iglesia, en cualquiera de sus formas, como sus grandes instituciones), que parecen gozar de cierta salud y condicionar igualmente la vida de las personas en un, más o menos perverso, engranaje social.

jueves, 6 de junio de 2024

Anarquismo es movimiento. Anarquismo, neoanarquismo y postanarquismo

Ya habíamos hablado en este blog del libro Anarquismo es movimiento, de Tomás Ibáñez, y recuperamos ahora la reseña tal y como se publicó en la revista Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.12.

Tomás Ibáñez es un viejo militante anarquista, cuyos inicios se remontan a los círculos estudiantiles en el exilio libertario en Francia. Ya jubilado, ha sido catedrático de Psicología Social en la Universidad Autónoma de Barcelona y es autor de varios libros sobre anarquismo y otras disciplinas del campo de humanidades. En la obra Anarquismo es movimiento, publicada por Virus, Ibáñez insiste en una visión postmoderna de las ideas libertarias que ya había mostrado en otros textos. Según esa visión, no existiría una esencia previa al ser humano correspondiente a la concepción anárquica. La posibilidad de una sociedad libertaria, al igual que la de su contraria, una sociedad autoritaria, serían contingentes; es decir, son el resultado de la actividad de los seres humanos, por lo que son posibles o no. La anarquía sería una construcción que surge del pensamiento anarquista y de los movimientos anarquistas.


martes, 14 de mayo de 2024

Eduardo de Guzmán, periodista y escritor libertario

Recientemente, he tenido oportunidad de disfrutar de nuevo de la emotiva, y espeluznante a veces por los temas trágicos que trata, prosa periodística de Eduardo de Guzman: es el caso de su crónica del crimen de Estado de Casas Viejas y de algunos artículos sobre la guerra incivil, así como de las transformaciones revolucionarias llevadas a cabo de forma paralela al enfrentamiento con el fascismo.

Desgraciadamente, figuras como Eduardo de Guzmán no han tenido aún el reconocimiento que se merecen, por doble motivo, por su innegable talento y erudición, pero también por el compromiso con unas ideas revolucionarias que trajeran una sociedad verdaderamente justa y libre. La ignominia ha sido, con seguridad, doble; primero, por la victoria fascista y la consecuente represión, en segundo lugar, por el ninguneo durante la democracia, a pesar de la recuperación de algunos nombres progresistas, de integrantes de la izquierda más radical. Diremos, aunque no tendría que ser necesaria, que con el término radical aludimos a aquello que acude a la profundidad de los problemas sociales y propone cambios auténticos en busca de la sociedad deseada, en este caso libertaria. Para nada, el sentido político exclusivo que le quieren dar, tantas veces a nivel mediático, tenga fundamento o no, como sinónimo de extremista o penosamente intransigente.La ignorancia histórica, mezclada muy probablemente con el analfabetismo político, muy hábilmente promovidos por nuestra gloriosa transición democrática, ha conducido a que las nuevas, y no tan nuevas, generaciones observen la ya lejana guerra como una mera tragedia entre españoles sin profundidad alguna en sus causas.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Del individualismo ético a la solidaridad

Por su importancia teórica para el anarquismo, recuperamos esta reseña sobre una conferencia impartida por Javier Muguerza, catedrático de Ética en la Uned, cuyo libro Desde la perplejidad. Ensayos sobre la ética, la razón y el diálogo es tal vez uno de los más importantes sobre la materia publicado en los últimos años, pronunciada en 1992 y que ahora puede descargarse en el siguiente enlace

Mugüerza considera la solidaridad como heredera de la antigua fraternidad, aunque su suerte fue muy distinta de la de los otros dos pilares de la justicia moderna: libertad e igualdad. Así es, después de las revoluciones liberales se recogerá en las diversas declaraciones que los hombres nacen libres e iguales, pero nada dicen acerca de que deban ser solidarios o fraternos. Eso ha sido así hasta el punto de que se ha entendido que la solidaridad es una cuestión secundaria, un simple complemento de los otros dos fundamentos o virtudes, tan importantes al menos en la teoría. La solidaridad parece que se ha relegado al plano de la sociedad civil o, para ser más precisos, de la comunidad. Si el término comunitarismo resulta más bien ambiguo, difícil de precisar, no lo es menos el individualismo. Lo que propone Mugüerza es un individualismo ético, por lo que la cuestión de la solidaridad no sería asunto del Estado, tampoco de la sociedad civil ni de la comunidad, sino de la capacidad moral de los sujetos. Para ello, se recuerda la importancia que la solidaridad tiene en la tradición anarquista recogido en el nombre del periódico ácrata Solidaridad Obrera. Por cierto, esa cabecera fue secuestrada por el régimen fascista de Franco y transformada en un periódico llamado Solidaridad Nacional.

domingo, 21 de abril de 2024

La conquista de la autonomía

Cornelius Castoriadis (1922-1997), que desempeñó en la Segunda Guerra Mundial un papel activo en la resistencia griega contra el Ejército alemán, quedará marcado por los acontecimientos posteriores al conflicto bélico: la Guerra Fría, el estalinismo, las guerras coloniales en Francia (Indochina, primero, y después Argelia), la desobediencia civil, las revueltas del 68… Si Castoriadis fue en sus inicios un marxista de pro, evolucionará hacia una crítica furibunda del mismo.

Puede afirmarse sin duda que Castoriadis tenía un conocimiento exhaustivo, tanto de la filosofía antigua, como del desarrollo del pensamiento en Occidente; era también un sociólogo con un profundo análisis de las sociedades capitalistas y burocráticas, que elaboró una nueva comprensión del hecho social, además de economista, psicoanalista, historiador, científico y politólogo. No se trata de un autor fácilmente encasillable a nivel académico, y lo explica en parte que tenía una edad madura cuando se adentra en los círculos intelectuales de carácter oficial. El pensamiento de Castoriadis, tal como dice Tomás Ibáñez en Contra la dominación, es complejo; Edgar Morin llegó a definirlo como un auténtico "titán del pensamiento".

jueves, 11 de abril de 2024

El anarquismo epistemológico, contra el método

El anarquismo epistemológico se suele atribuir a Paul Feyerabend, el gran subversivo que acusó a sus colegas científicos de enmascarar su inseguridad en la defensa del sistema establecido. Sería el comienzo de una nueva metodología científica no sujeta a dogmas ni a fronteras. No era posible ya afirmar la idea de un sistema fijo ni de una racionalidad fija, sinónimos de la ingenuidad del hombre, por lo que solo es posible un pluralismo metodológico. Diferentes visiones y actitudes que lleven a juicios y métodos de acercamiento donde, únicamente, pueda defenderse un principio bajo cualquier circunstancia.

El enfrentamiento de teorías contradictorias, la heterodoxia, la no subordinación a principios establecidos, incluso el acudir a teorías aparentemente desfasadas o desechadas por falta de base, todo ello se pone al servicio de una búsqueda de sistemas conceptuales que se enfrenten con los datos experimentales aceptados y proponer, incluso, nuevas formas de percepción del mundo. Por lo tanto, con Feyerabend llegaría la ausencia de reglas o principios firmes en la investigación científica, la aceptación de la diversidad y la búsqueda de la unidad solo por medio de la comparación de ideas antagónicas. Todo ello era puesto al servicio del avance del conocimiento y del desarrollo de nuestra propia individualidad. La ciencia, vista de este modo, solo puede ser vista como opositor a formas de pensamiento dogmáticas y a ideologías heredadas con fines autoritarios, pero nunca convertida en una nueva religión ni enseñada a las personas como dogmas de fe.