domingo, 23 de marzo de 2008

El valor de hacerse preguntas

Un texto de Rosa Montero, de nuevo lúcidamente -¡como me gusta esta mujer tan alejada de dogmatismos de izquierda!- nos dice las cosas como son, esta vez sobre la religión. Las divinidades son una creación de los hombres, de su necesidad de entendimiento cuando el Logos, la Razón, las palabras, no alcanzaban. Montero se declara agnóstica y adelanto que yo, que me declaro ateo, subscribo totalmente lo que mantiene.
Hace años, era yo bastante más joven, declaraba firmemente mi agnosticismo, a lo que cierta persona me espetó irónicamente que un agnóstico era un creyente recuperable. Me indigné ante semejante afirmación y creo que llegué a argumentar que tal vez los ateos tenían, en su negación, una actitud semejante a los que sostenían la existencia de una deidad. Vamos, que su actitud categórica era complementaria. Hoy pienso tan diferente -no sé si llamarlo consistencia ideológica, o qué coño llamarlo-, que me declaro ateo sin reservas, palabra que me parece mucho más diáfana y que claro que significa que niegas la existencia de la divinidad, pero sobre todo que te alejas del dogmatismo y que deseas seguir haciéndote preguntas.
La columna de Montero levanta ampollas entre los lectores. Alguno, viene a afirmar, de manera algo reduccionista, que la religión fue un invento de los poderosos al proclamarse interlocutores con la deidad -algo reduccionista, sí, pero factor a tener muy en cuenta-. Otro, que adelanta antes de soltar sus argumentos lo muy humana que es Rosa Montero, insiste en el creacionismo, dado que "hasta lo más nimio e insignificante tiene un autor" -la utilización de términos como "trascendente", "profundo", "mística", huele algo a añejo-.
Es una cuestión compleja la de la religión. Desgraciadamente, no creo que pueda ser algo que podamos abolir tranquilamente después del advenimiento de una gran revolución y tal vez deberíamos dejar de proclamar así el asunto. Es casi un hecho estudiado que la religión nació en parte como un mecanismo de cohesión social, pero a estas alturas examinar tal perspectiva resulta nefasta, dado el enfrentamiento y derramamiento de sangre que suscita. La reaccionaria Iglesia Católica con dirigentes cada vez más retrógrados, la yihad, Al Qeda, el gobierno estadounidense apelando constantemente a Dios, las guerras de Irak y Afganistán, la religión judía convertida en un feroz Estado, el enfrentamiento entre monoteísmos... El panorama es desolador y el factor religioso parece seguir siendo nefastamente decisivo en el análisis social y político, lo cual no significa que Dios -sea cual fuere su nombre- esté ganando la batalla frente a los valores racionalistas. Ese es el análisis que interesa, en los campos que interesa: el social y el político. Si la religión es una cuestión privada -que no creo que lo sea únicamente-, si es un reducto o no del pasado, es casi una cuestión baladí, ¿cómo no vamos a aceptar las creencias de gran parte de la humanidad? Lo que no podemos aceptar son obstáculos para el progreso, para el debate -también para lo que es o no "trascendencia"-, la justicia social y la libertad, así como para la fraternidad universal -que las religiones, en mayor o medida, niegan o manipulan a su antojo-. Tal vez los valores de la Ilustración fracasaran en cierta medida, pero la historia no se detiene y hay que seguir insistiendo en el progreso y en la potenciación de la vida humana, atendiendo también los peligros del dogmatismo científico. Otra respuesta bastante cuestionable es la que sostiene la posmodernidad acerca de la relativización de la verdad y las diferentes interpretaciones de la realidad según la tradición cultural que la interprete; puede ser un análisis a tener en cuenta, pero no creo que podamos seguir buscando respuestas -o haciéndonos preguntas- por ese camino. La noción de verdad sí puede tener un referente firme y estable en la realidad.
Yo creo fírmemente que es la especulación filosófica la que debe ocupar el lugar de los interrogantes que se ha hecho tradicionalmente la religión, aquellos que se ocupan de "lo que somos" y al "significado de lo que somos". Es un asunto complejo, pero tenemos que tener claro el camino que emprendemos -y muchas veces, la alternativa es el inmovilismo- y toda religión ha sido diseñado para ser dejada atrás.

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