domingo, 6 de julio de 2008

La necesidad de la movilización (política, se entiende)

No temo ser excesivamente criticado si afirmo que la democracia, tal como la conocemos en la actualidad, es un sistema de dominación (más sutil y condescendiente que las dictaduras, pero sistema de dominación al fin y al cabo). El conservador o el reaccionario dirá que la "mano dura" es es necesaria en cualquier sistema (por lo que ni se plantea lo de la "dominación", ya que la considera necesaria), y solo un ingenuo (u otras cosas menos amables) considerará que la democracia que vivimos es auténticamente una intervención del pueblo, o predominio del mismo, en el gobierno. Nadie duda que la democracia que nació hace un par de siglos constituye una ventaja respecto a regímenes anteriores (aunque aquí, en este país con tantas especificidades, sufrimos involuciones evidentes y, como contrapunto, a punto estuvimos de asentar una revolución social de tintes libertarios hace décadas). Esta democracia morirá, como muere todo sistema político generado por el hombre, y lo que venga después, sin ánimo de hacer futurología, estará encadenado con nuestra actitud del presente (que, dada la desmovilización política de este pais no es para hacerse muchas ilusiones, pero en fin). Lo que quiero decir es que ni la democracia, ni el Estado, ni el capitalismo son inmanentes al ser humano, ni a la sociedad, ni a nada de nada. Todo puede ser válido para fraguar un futuro mejor y un sistema políico y social muy diferente, por lo que quiero pensar que nuestras acciones y nuestro manera de entender la vida (solidarias, racionales, constructivas, orientadas hacia "lo libertario", que pretende la emancipación definitiva) son un valioso peldaño hacia algo mejor. Una actitud pasiva que adoptamos en ciertas ocasiones (base de la desmovilización, que mencionaba antes, o el acomodamiento) está sustentada en el "nosotros no vamos a vivir una sociedad mejor", que viene a decir algo así como que la sociedad progresará (o tal vez progrese), pero de forma que se nos escapa al común de los mortales. Es una suerte de determinismo de origen providencialista (donde, no me cabe la menor de la dudas, están todos los males). Y yo me niego a aceptar ningún determinismo que se escape a la voluntad de los seres humanos, tampoco el de ese marxismo cuasi-religioso que prometía el advenimiento del paraíso socialista cual tierra prometida (que, ya deberíamos saber, no existe a no ser que nos la construyamos nosotros mismos). "Socialismo" es una palabra a la que continuo teniendo mucho respeto, pero a la que seguro le tengamos que dar mucho oxigeno; una causa de su fracaso ha sido, me caben pocas dudas, su búsqueda o fe en la tutela estatal. Frente a ese pensamiento y actitud conservadores y acomodaticios, yo diría "nosotros somos capaces de vivir ya una realidad mejor, de transformarla continuamente". Obviamente, si además de las cadenas que nos impone el sistema político y económico (que me digan si una hipoteca no es una cadena de aupa), permanecemos en nuestro tiempo libre sentados frente al televisor (o en cualquier otra situación pasiva y anestesiante), pues mejor no decir nada. Nadie puede saber cómo será la sociedad del futuro, tal vez especular sobre ella según unos parámetros realistas, pero todo está por construir, no hay ningún determinismo en la historia, la cual tiene sus altibajos y está cargada de sorpresas. Volviendo a mis palabras iniciales, seguimos viviendo en un sistema jerarquizado (sigue habiendo clases, a pesar de lo que digan, por lo que sigue habiendo oprimidos), con una sutil dominación, cuya principal baza es mantener a las personas adormecidas, en la creencia de que nada mejor es posible (o, si lo es, escapa a nuestra voluntad). Yo sigo confiando, sin ningún asomo de fe, en que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo, y mi manera de entender un mundo mejor está encaminada hacia lo libertario.

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