domingo, 15 de noviembre de 2009

Sistematización de la tradición liberal

La contribución norteamericana al liberalismo clásico parece tan compleja como la francesa o la inglesa, aunque parecen todas parte de la misma tradición al pretender establecer un "gobierno de leyes, no de hombres". Algo que diferencia a los constitucionalistas norteamericanos de los philosophes franceses, a pesar de lo mucho que tienen en común, es que los primeros no tendrán una animadversión hacia el cristianismo. Puede decirse que la Constitución norteamericana se basa claramente en los postulados de Locke, al preconizar el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad basándose en una ley natural que mana de la divinidad. Al contrario que en la Ilustración francesa, en los documentos nortemericanos puede hacerse una lectura de la imperfección humana y ello animará sus propuestas constitucionalistas; es en este punto donde los norteamericanos coinciden con los pensadores de la Ilustración escocesa, los cuáles ejercerán gran influencia sobre los primeros, y llegamos ahí a la figura de Adam Smith.

John Gray afirma que es en lo escritos de los filósofos sociales y de los economistas políticos de la Ilustración escocesa donde podemos encontrar la primera formulación universal y sistemática de los principios y fundamentos del liberalismo. Fueron los filósofos escoceses los que asentaron de manera más solida unos principios liberales basados en una ciencia de la sociedad y en una teoría de la naturaleza humana. El escéptico David Hume, al contrario que en la mayoría de sus compatriotas escoceses, abundará en lo que consideraba la imperfección del hombre y en sus limitaciones intelectuales, así como en la escasez inevitable de los medios básicos para satisfacer las necesidades humanas. Los principios básicos de la justicia los establece Hume en lo que denomina "tres leyes fundamentales de la naturaleza": estabilidad en las posesiones, su transferencia por consentimiento y el cumplimiento de sus promesas. En obras posteriores, Hume irá más lejos al esbozar un orden político en el que se integran las leyes de la naturaleza y garantizan la libertad individual bajo el gobierno de la ley; en este autor es donde se puede encontrar ya una férrea defensa de un sistema liberal con un gobierno limitado.

No obstante, la figura más invocada como defensora de los principios del sistema liberal clásico sigue siendo Adam Smith. Son tres la características más importantes de su pensamiento: la idea de que la sociedad humana se desarrolla a través de una serie de épocas culminantes en el sistema comercial o de libre empresa (algo ya presente en autores anteriores, esta de la visión de la historia como divisible en grandes etapas, pero presentada esta vez con mayor grado de sofisticación); Smith, como otros autores liberales clásicos, reconoce que los cambios en el sistema económica van vinculados a las transformaciones en la estructura política, y así llegamos a sistema de libre comercio insertado en un orden constitucional garante de las libertades civiles y políticas; como último gran rasgo del pensamiento de Smith, podemos hablar de un fuerte individualismo, a nivel metodológico, socioeconómico y también moral, de tal forma que las instituciones sociales son el resultado de las acciones de los individuos. A un nivel moral, podríamos simpatizar enormemente con el individualismo de Smith, basado en un sistema de la libertad natural, según el cual cada individuo posee la mayor libertad posible siempre y cuando sea compatible con la libertad de los demás. El enfoque de Smith tendrá un gran impacto en el pensamiento liberal inglés, junto a del resto de sus compatriotas de la escuela escocesa, hasta el surgimiento del radicalismo filosófico de Bentham.

Rudolf Rocker califica la concepción del liberalismo como un "individualismo político" como falsa y proclive a los malentendidos. Considera que la corriente del pensamiento liberal tiene su base en un pensamiento completamente social (sin ser socialista): el principio de la utilidad de Bentham, basado en la fórmula "la mayor suma posible de felicidad para el mayor número posible de miembros de la sociedad". Bentham habla de la comunidad como una corporación de naturaleza moral compuesta de individuos, y el interés del conjunto no es más que la suma de los individuos pertenecientes a esa comundidad. El sentimiento de la justicia social se basa de raíz en el individuo, pero hay que estimarlo como resultado de un sentimiento de solidaridad y no hay cabida en dicha concepción para un individualismo extremo sin demasiado significado. Rocker escarba en la tradición liberal para añadir a su lectura la complejidad que solo puede aportar el pensamiento libertario. Bentham no parte del derecho natural en sus concepciones de la sociedad, pero llegará a conclusiones similares a las de otros representantes del radicalismo político inglés que sí basan sus ideas en una ley divina. Joseph Priestley proclamará la capacidad ilimitada de perfeccionamiento del hombre y solo concedía ciertos derechos al gobierno en la medida en que garantizase esa ley procedente de la voluntad divina; el pensamiento de Priestley es también utilitarista: "sólo la utilidad y la dicha de los miembros particulares de la comunidad es la medida según la cual ha de valorarse toda acción que tenga referencia al Estado". Richard Price eludirá los puros motivos de utilidad y ahondará aún más en la libertad personal, al concebir a cada hombre como su propio legislador, a todo acuerdo general como protector y garante de la seguridad del individuo y a las autoridades como meros representantes ejecutores de las medidas tomadas. Thomas Paine irá más lejos y distinguirá notoriamente entre Estado y sociedad, al hablar de la sociedad como resultado de las necesidades de los individuos, estimulante del trato mutuo, y del gobierno como síntoma de nuestra corrupción, creador de diferencias y delimitaciones entre los estamentos. Paine es otro firme defensor del progreso de la cultura humana y suya es la siguiente frase: "cuanto más alto se eleva una cultura, tanto más débil es la necesidad de un gobierno, pues los hombres, en este caso, aspiran a atender sus propios asuntos y los del gobierno por sí mismos".

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