lunes, 31 de mayo de 2010

El Estado y la educación

Colin Ward nos dejó un texto en el que reflexionaba sobre el papel del Estado en la educación, y recordaba lo ardua que había sido lo lucha histórica, por romper con la exclusividad al respecto de las instituciones religiosas y porque la labor educadora fuera obligatoria, gratuita y universal. Los grandes opositores a esta labor contra el control religioso serían los privilegiados en la sociedad y aquellos que poseían intereses económicos y deseaban que los críos trabajaran cuanto antes y siguieran en la ignorancia. La educación universal y obligatoria se remonta a la Ginebra calvinista de 1536, las intenciones fueron plantar "una escuela y una iglesia en cada parroquia". En la puritana Massachussets, se introdujo la educación primaria, obligatoria y gratuita en 1647. En 1717, Federico Guillermo I de Prusia sería el que declarara la obligatoriedad de la escuela primaria; diversos decretos de Luis XV y Luis XV obligarían también a la asistencia regular a las escuelas francesas. Leyendo al sociólogo e historiador Lewis Munford, podemos concluir que la escuela común no fue un producto tardío de la democracia del siglo XIX; por el contrario, la fórmula mecánico-absolutista jugó un papel decisivo al respecto. Lo que Ward nos señala es que el Estado actuaría en su propio interés, socavando los cimientos de la iniciativa local. La educación obligatoria estaría históricamente vinculada con el contexto de la imprenta, el auge del protestantismo y del capitalismo, y con el desarrollo de la nación-Estado.

Dos grandes filósofos racionalistas del siglo XVIII se ocuparían del problema de la educación popular, adoptando posturas antitéticas. Rousseau, en su Discurso sobre economía política, se declararía a favor de la educación pública "bajo los reglamentos prescritos por el Gobierno... si los niños se educan en común, en el seno de la igualdad; si se les imbuyen las leyes del Estado y los principios de la Voluntad General... no habrá ya duda de que se amarán como hermanos.. y serán en su día defensores y padres de la patria de la que durante tanto tiempo habrán sido los niños". Por el contrario, William Godwin criticará toda idea de una educación nacional en Enquiry Concerning Politican Justice. Recordando los argumentos a favor de Rousseau, se pregunta: "Si la educación de nuestros jovenes se halla confinada enteramente a la prudencia de los padres o a la benevolencia de personas privadas, ¿no seguirá la consecuencia necesaria de que algunos saldrán educados en la virtud, otros en el vicio y otros sin educación de ninguna clase?". Ward recuerda entusiasmado las conclusiones de Godwin: "Los males resultantes de un sistema de educación nacional son, en primer lugar, que todos los establecimientos públicos son portadores de la idea de permanencia... la educación pública ha malgastado siempre sus fuerzas manteniendo prejuicios. Enseña a sus alumnos, no la fortaleza que llevarán todos los problemas a la prueba del examen, sino el arte de defender los dogmas que están previamente establecidos... Incluso en la insignficante institución de las catequesis dominicales, las lecciones fundamentales que se enseñan son una supersticiosa veneración de la Iglesia Anglicana y la reverencia a toda persona que viste un abrigo lujoso... En segundo lugar, la idea de una educación nacional se halla fundamentada en una falsa consideración sobre la naturaleza de la mente humana. Todo lo que un hombre hace para sí mismo está bien hecho, cualquier cosa que sus vecinos o su país se propongan hacer estará mal... Quien aprende porque desea aprender escucha con atención las instrucciones y asimila su significado. Quien enseña porque desea enseñar desempeñará su ocupación con entusiasmo y energía. Pero en el momento en que una institución política se propone asignar a cada hombre su lugar, las tareas de unos y otros se desempañarán con dejadez e indiferencia... En tercer lugar, el proyecto de una educación nacional debe ser rechazado por su evidente alianza con el gobierno nacional... El Gobierno no dejará de emplearla para reforzar su brazo y perpetuar sus instituciones... Sus intenciones como instigadores de una sistema educativo serán análogas a las que tiene políticamente".

Lo que se critica es la perpetuación de la desigualdad social, gracias a una aceptación de los roles producto de esa educación nacional aliada del gobierno e insertada en instituciones jerarquizadas y coactivas. Como ya denunciara Bakunin, gran parte del pueblo se mantiene en una constante "minoría de edad", incapaz de poseer el conocimiento para escapar de la tutela de sus mayores. Colin Ward añadía, a todos estas objeciones al papel educador del Estado, la afrenta que realiza a la justicia social. Si existen educadores bienintencionadas que han logrado ciertas condiciones igualitarias, al menos en su punto de partida, muy pronto la carrera se torna injusta. El dinero invertido en los sistemas educativos no beneficia a los estratos más bajos, más bien al contrario, parecen un medio más de que los pobres subvencionen a los ricos. La explicación está, según diversos informes, en que las clases más altas se benefician más del sistema educativo mientras contribuyen bastante menos que las bajas, que financian a través de los impuestos los presupuestos para la educación pública. Las cifras resultan tan escandalosas que, aunque gran parte de las cifran fueran gasto privado, la cosa sigue siendo muy flagrante. Se deduce que el Estado, en los sistemas de educación, tiene un papel determinante en la perpetuación de la injusticia económica y social. Ward hablaba, en gran medida, de la situación de Gran Bretaña y es por eso que se preguntaba si, verdaderamente, estábamos hablando de una educación insertada en un sistema estatal. Paradójicamente, las escuelas británicas, con las excepciones de las independientes y de las directamente subvencionadas por el gobierno, están dentro de las pertenencias y jurisdicción de las autoridades locales; éstas, obtienen sus ingresos de los impuestos locales, pero siendo éstos insuficientes para sufragar los gastos el Gobierno subvenciona a las autoridades locales para cubrir la diferencia (el control estatal está, así, asegurado). Es por eso que, existiendo una aparente descentralización, se trata de un sistema educativo estatalizado, demostrable en muchos detalles a nivel administrativo e institucional. No obstante, Ward recordaba que los métodos experimentales en educación eran más sencillos de llevar a cabo a nivel local, en la que se puede captar el interés y apoyo de los habitantes directamente interesados, que si se trata de erosionar el enorme monstruo burocrático estatal. Es un ejemplo más de la tradición anarquista, insertada en el federalismo y en la descentralización (antiestatalismo, en suma) y opuesta claramente a otras corrientes que la historia ha demostrado perniciosas (naturalmente, hay que seguir hablando de muchos otros valores, para mostrarse como alternativa al liberalismo).

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