lunes, 24 de enero de 2011

Pietro Gori y el anarquismo

Tal y como diría Rudolf Rocker, Pietro Gori fue un incansable luchador por el ideal anarquista, un sobresaliente orador y una reconocida figura intelectual. Desgraciadamente, sabedores de que la palabra era la mejor arma con la que Gori propagaba sus ideas, los gobiernos no cesaron de perseguirle durante toda su vida. Pietro Gori nació en 1865, en el seno de una familia acomodada, siendo su padre oficial del Ejército, y su madre miembro de la aristocracia de Toscana. Gracias a ello, pudo estudiar Derecho en la universidades de Liorna y Pisa. Su tesis recibió el nombre de La miseria y el delito, en la que vinculaba ambos factores (de forma muy adelantada a su tiempo). Ya de muy joven, Gori contactó con el movimiento anarquista italiano, el cual estaba siendo impulsado bajo el influjo de Bakunin, Carlo Cafiero, Andrea Costa y Errico Malatesta. Tras el levantamiento de Benevento, en 1877, la reacción persiguió a los anarquistas hasta abarrotar las cárceles con ellos. El propio parlamento de Italia votó una ley de excepción contra los anarquistas y disolvió todas las organizaciones públicas de la Internacional. Cuando Gori se vio atraído por el anarquismo, la situación era ya más favorable, nuevas publicaciones veían la luz y la propaganda verbal se reanudaba en ciudades y pueblos. Nueves persecuciones gubernamentales obligarían a Gori a exiliarse, viajando por Inglaterra, Estados Unidos y Canadá, volviendo a Italia cada que pudo, sin dejar de difundir el anarquismo, organizar el movimiento y defender a compañeros procesados. También dejó su influencia en Argentina, donde dio cursos sobre criminología en la Universidad de Buenos Aires y fundó la revista Criminología moderna (en la que colaboraría una figura tan importante como Lombroso). En 1902, pudo volver a Italia, y allí continuaría su actividad propagandística y como abogado hasta su muerte, con solo 45 años, en 1911.

Solo tenía 16 años Gori cuando habló por primera vez en una reunión anarquista. Algunos de sus primeros discursos se publicaron en el folleto Pensieri ribelli, el cual se confiscó enseguida acusándose a su autor, para acabar por comparecer ante el tribunal de Pisa. Gracias a la brillante actuación de su defensor, Enrico Ferri, Gori fue absuelto. No tardarían en comenzar de nuevo las persecuciones, responsabilizándose a Gori de unos levantamientos el 1 de mayo en la ciudad de Ancona y condenándole a un año de prisión. En 1891, Gori se trasladó a Milán, sin parar de hacer propaganda anarquista, pronunciar brillantes discursos y participar en congresos, y fundando el periódico L'Amico del Popolo. Por otra parte, su actividad como abogado supuso su intervención en grandes procesos políticos. En las asambleas y en su periódico, Gori atacó vehementemente el socialismo parlamentario y a los dirigentes del reformismo, pero siempre en el terreno de las ideas, sin caer en el confllicto personal, como prueba su gran amistad con el dirigente reformista Filippo Turatti. Como dije anteriormente, además de un brillante autor de textos anarquistas, Gori es un reconocido artista literario. En sus discursos y en sus combativos textos, podía reconocerse esa faceta artística. Los poemos de Gori están muy considerados en la literatura italiana contemporánea. Algunos de ellos, se conviertieron en canciones e himnos, que forman ya parte del acervo cultural popular italiano. Gori también escribió varias obras de teatro y, al menos, una opera, puestas en escena con éxito en Milan y en otras ciudades italianas.

Tal y como se analiza en el libro Contra los jueces. El discurso anarquista en sede judicial, de Anibal A. D'Auria, Gori asumió en 1894 la defensa judicial de 35 personas acusadas de "asociación ilícita" por profesar el anarquismo. Aunque Gori hable en tercera persona, su identificación con los acusados es evidente, la causa de ellos es la suya propia. Su discurso de defensa se estructura en dos partes, estando la primera dedicada a la explicación, defensa y propaganda de la idea anarquista, a la cual considera Gori que se está procesando, y la segunda se refiere específicamente a los cargos contra los acusados. En esa primera parte, Gori expone el derecho de los trabajadores a buscar soluciones al problema social, derecho que no puede ser monopolio de intelectuales y filósofos. La sociedad industrial, más que ninguna otra, hace que el obrero se pregunte por qué el fruto de su trabajo lo acaban disfrutando otros. Detrás de este razonamiento, está un ataque a la propiedad privada y el deseo de eliminarla como institución. Gori identifica a esos lúcidos obreros, que hoy se asocian de manera ilícita, con tantas figuras históricas que fueron en la sociedad en que vivieron considerados criminales y más tarde la historia les daría la razón.

El pensamiento de Pietro Gori, muy cercano al de Malatesta, se produce cuando puede ya hablarse de comunismo anarquista (o libertario). Una de las máxima de este pensamiento reposa en la máxima: "sin equidad, no hay justicia". "Cada hombre tiene que poseer el derecho a satisfacer sus propia necesidades con la reserva de riquezas que la naturaleza y la laboriosidad colectiva de las generaciones precedentes crearon a beneficio de la familia humana". Gori observaba una evolución en la humanidad, desde las formas más brutales de lucha hasta las tendencias más elevadas de solidaridad. Se ve palpablemente la confianza en la ciencia y en el progreso como garantes de que la sociedad anarquista sería un hecho tarde o temprano. De hecho, en la defensa judicial mencionada anteriormente, Gori afirma que la realización del ideal socialista (del cual el anarquismo es su ala más radical) será inexorable "como las leyes de la física en el mundo inanimado". Es lo que puede llamarse el desarrollo del instinto de sociabilidad, que se habría desarrollado poco a poco en el hombre a medida que se civiliza, y se acabaría convirtiendo en la palanca definitiva que empujaría a la humanidad en pos de sus mejores metas. Para Gori, la sociedad libertaria estaría formada, no por personas que ven mermadas su independencia por la de sus semejantes, sino por el aumento de la autonomía gracias a la solidaridad.

Recientemente, se ha cumplido el centenario de la muerte de Pietro Gori. Es por ello que hubo un emotivo acto de presentación de su figura el pasado viernes en la librería La Malatesta. Tal y como se apuntó, hay algo que se ha difundido a raíz de este centenario y que no puede considerarse cierto, y es el describir a Gori como una figura notable del "anarcosindicalismo" italiano, haciendo un curioso vínculo (más literario que otra cosa) entre la muerte de Gori y la recién fundada CNT española. No puede hablarse de anarcosindicalismo cuando ni siquiera había nacido tal concepto. De hecho, el sindicalismo revolucionario que preconizaban Gori y Malatesta, más cerca de la CGT francesa, en  el que se pretendía que estuvieran todos los trabajadores (los artífices de la revolución), no puede considerarse similar a lo que acabaría siendo la CNT: una organización sindical de estructura anarquista. De hecho, la CNT española parece que tenía como modelo la CGT francesa en su fundación, aunque luego acabara siendo algo muy diferente y ya puede hablarse de anarcosindicalismo. Siendo benévolos, tal vez quiso decirse que Gori hubiera aplaudido el nacimiento de la CNT y del anarconsindicalismo, pero eso es un ejercicio de ucronía sobre el que habría que ser muy cautos.

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