martes, 28 de junio de 2011

Modernidad y ateísmo

En una entrada anterior, hice unos apuntes obre el ateísmo en la Antigüedad. Continuando, históricamente, puede decirse que la muerte de Socrates marca una era, y debido a ella los filósofos se muestran más cautos al exponer una idea. Durante el periodo helenístico, puede hablarse de dos evoluciones paralelas. Aunque Epicuro no era ateo, algunos autores posteriores le acusaron de ello debido a que consideraron que de su física se derivaba que los dioses no eran necesarios. Otro filósofo acusado de ateísmo fue Clitómaco, académico escéptico, debido a las ideas expresadas en su tratado Sobre el ateísmo. Puede decirse que la teoría de Pródico sobre el origen de los dioses tiene cierto éxito, y a ella aluden numerosos poetas e historiadores.  Aunque la lista de ateos fue cada vez más extensa, la historia no menciona de manera explícita a ateos practicantes. En los dos primeros siglos la era cristiana, ateísmo es simplemente una etiqueta que colgar despectivamente al adversario. Las acusaciones de ateísmo era algo que parecía darse por doquier hasta bien entrado el siglo IV, y los cristianos no se quedaron atrás en este sentido. Si puede entenderse que el nacimiento del concepto ateo dio lugar al progreso, con la llegada de la libertad intelectual, al mismo tiempo nacieron clichés para meter a todos los adversarios en el mismo saco y justificar así las creencias propias.

Hay quien vincula estrechamente el ateísmo con la Modernidad. El escritor Gavin Hyman realiza la siguiente descripción de la modernidad: "el deseo de lograr un dominio total de la naturaleza por medios racionales y/o científicos". Sería éste un deseo que va cobrando fuerza a partir del siglo XVI y no pierde fuste hasta mediados del siglo XX, cuando nacen los primeros síntomas de desconfianza hacia la Modernidad. El ateísmo moderno puede verse como una reacción al teísmo, con las diferentes lecturas que tiene también este término. Es decir, es posible que pueda hablarse también de un teísmo moderno, surgido del Renacimiento, opuesto a su vez al teísmo medieval. Indudablemente, en los inicios de la Modernidad, los franceses e ingleses empezaron a tener dudas, aunque el término "ateísmo" se utilizaba en realidad para denunciar un abuso. Es a mediados del siglo XVIII, cuando se asocia la palabra a una declaración de principios y algunos intelectuales parisinos se reconocen abiertamente ateos. Hay quien señala a Diderot como el primer ateo, al considerar él mismo que había llevado la física de Descartes y la mecánica universal de Newton hasta sus últimas consecuencias. Es el ateísmo de Diderot consecuencia de una integridad intelectual y de una constante búsqueda de la verdad. No obstante, el término siguió teniendo connotaciones negativas hasta bien entrado del siglo XIX, vinculándose con la inmoralidad y la ilegalidad. Es por eso que ciertos autores describan su condición como laica, para no suscitar sospechas. Por ejemplo, Thomas Huxley asociable el ateísmo con cierto dogmatismo al negar metafísicamente, y sin prueba alguna, a Dios. Es por eso que Huxley empleó el término "agnóstico" para definir la "ignorancia metafísica". Nace así, entre los intelectuales, la rivalidad de posturas entre ateos y agnósticos. Por otra parte, el ateísmo tiene ya una connotación revolucionaria de izquierdas, gracias a autores como Marx y Bakunin. En el caso del alemán, el ateísmo no es necesariamente una condición previa de la revolución, sino una consecuencia de una nueva estructura socioeconómica. Es la herencia "hegeliana" para la izquierda, siendo otro destacado pensador Feuerbach, feroz crítico del teísmo cristiano. Consideraba que Dios no era más que un conjunto incoherente de atributos personales, activos y antropomórficos, por un lado, y una realidad impersonal, imperfecta e inmutable, por otro; la religión se convertiría, para este autor, finalmente en antropología. Es indudable la importancia de este autor para el pensamiento de Bakunin. Si Marx lo suele reducir todo a las condiciones económicas, y el teísmo sería entonces una consecuencia de ello, para Feurbach y Bakunin se trata sencillamente de un reflejo humano. Ateísmo empezó a ir unido a todo prurito revolucionario, y el cristianismo se convirtió en símbolo del statu quo. Por otro lado, se consolidó cierto ateísmo intelectual y "respetable".

A lo largo del siglo XX, las cosas cambiarían acercándose a lo que vaticinaron autores como Friedrich Nietzsche y John Henry Newman, que por otra parte no pudieron ser más distintos. Lo que pensaban era que la indiferencia religiosa dejaría de ser un fenómeno aislado y una cuestión privada, los intelectuales ateos ejercerían su influencia sobre la sociedad. Puede decirse que en los años 60 del siglo XX empieza a consolidarse este ateísmo de masas. Habría que observar a la Modernidad, no como algo estático, sino como un proceso y una sensibilidad en permanente evolución. Desde este punto de vista, sí es posible considerar al ateísmo como el punto culminante de la Modernidad. ¿Puede hablarse de una consolidación del ateísmo? Desgraciadamente, aunque las creencias religiosas han declinado, de manera evidente, han surgido toda suerte de nuevas "espiritualidades". La Modernidad es puesta en entredicho por el pensamiento posmoderno, bajo las acusaciones de encubrir un nuevo absolutismo, pero la gran promesa de este periodo fue la emancipación humana. Es por eso, tal vez, que el ateísmo no ha acabado anulando toda "creencia", al seguir pendiente ese proceso de liberación. Para no ser acusados de vivir en el pasado, seguiremos hablando de tensión entre Modernidad, reconociendo esas acusaciones autoritarias, aunque el anarquismo tiene mucho que decir sobre ello, y Posmodernidad, y no caer en un mero relativismo que nos frustre intelectualmente y nos impida la acción transformadora. Nunca hubo que ver a la Modernidad como un proceso nos conducirá a la verdad con mayúsculas, o no hubiéramos sido fieles a nuestra condición atea y antiautoritaria. En cualquier caso, creo necesario vincular modernidad a la posmodernidad, aceptando que tal cosa existe, y no volver a ninguna condición previa intelectualmente cuestionable.

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