viernes, 28 de septiembre de 2012

Magonismo, anarquismo en México

El magonismo es una corriente de pensamiento que se ha definido como indígena-libertaria, y que inició como su nombre indica Ricardo Flores Magón, la cual impulsa al pueblo mexicano a hacer la revolución social. El propio Flores Magón, nacido en 1874 en San Antonio de Eloxochitlán (Estado de Oaxaca, México), tenía un origen indígena y humilde; sigue sus estudios en México D.F., donde se iniciará en la política a través de la lucha contra el dictador Porfirio Díaz junto a sus hermanos Enrique y Jesús. En 1900, crea el periódico Regeneración y será uno de los principales animadores de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. En 1904, se exilia a EE UU, sin que vuelva a pisar territorio mexicano; murió en circunstancias no aclaradas el 21 de noviembre de 1922 en el penal de Leavenworth (Kansas), en el que había sido recluido después de lanzar un manifiesto animando a la lucha a todos los anarquistas del mundo. El nacimiento del magonismo está determinado por dos factores: por el mencionado periódico Regeneración, a través del cual pudieron difundir sus ideas y establecer las praxis, y por el Partido Liberal Mexicano, nacido en 1905 y, a pesar de su nombre, inequívocamente anarquista. Puede decirse que las influencias del magonismo fueron principalmente tres corrientes: el liberalismo mexicano, el anarquismo europeo y la comunalidad indígena. Tal y como el propio Flores Magón señaló, en México vivían en aquel momento unos cuatro millones de indios, que unos años atrás se regían por el apoyo mutuo, no conocían autoridad alguna y tenían el derecho común a la tierra, al agua y, en general, todos los recursos naturales. Esas costumbres sencillas duraron hasta que la autoridad del Estado se hizo fuerte y se garantizaron los privilegios de la burguesía.

Si en un principio, los magonistas quisieron educar a la gente en el liberalismo para despertarla y que se enfrentara a la dictadura, cuando evolucionaron al anarquismo buscaron la libertad económica a través de la insurrección, auténtica emancipación para los humildes. Hay que atribuir al magonismo un pensamiento original, formado tanto por sus análisis teóricos como por su intención instrumentalizadora para la acción. El tránsito del liberalismo, de la confianza en el progreso y en el crecimiento económico, al anarquismo constituyó una verdadera revolución teórico-política. Por supuesto, no es que desapareciera su antigua formación liberal, sino que adoptará una nueva realidad teórica; frente a la revolución democrático-burguesa del maderismo y el constitucionalismo, se construirá una alternativa anticapitalista y libertaria. Los magonistas fueron conscientes de que los derechos políticos preconizados por los liberales poco significaban para el proletariado, obligado a vender sus fuerza de trabajo e imposibilitado para acceder a los medios intelectuales. La libertad política liberal, basada en la libertad de expresión o en el derecho a practicar un oficio propio, se convertía, por lo general, en ilusoria. El análisis magonista se convertirá en plenamente anarquista: para poder gozar de la libertad política, es necesario conquistar la libertad económica liberándose el proletariado del trabajo asalariado y apropiándose de la tierra y de los medios de producción.

Los magonistas considerarán la propiedad privada de la riqueza material e intelectual el origen de todos los males sociales. Así, es necesario subvertir este tipo de apropiación de la riqueza para dar lugar a nuevas y superiores formas de propiedad. El trabajo en común,  la propiedad colectiva de la tierra y la industria, la libre asociación de los productores y la distribución de lo comúnmente producido, según las necesidades de cada persona, harían posible la abundancia económica con un menor esfuerzo individual. En 1902, Flores Magón conocía ya los textos anarquistas, llegando a publicar ese año La conquista del pan; se notaba la influencia de Kropotkin, ya que el propósito del nuevo sistema sería distribuir la riqueza según las necesidades, y no según la capacidad, para no crear nuevos privilegios ni divisiones sociales. Del mismo modo, se deseaba igualmente subvertir esa contradicción social a la que daba lugar la división del trabajo entre las labores intelectuales y las actividades manuales. Como se ha dicho, no fue el anarcocomunismo la única influencia para los magonistas; las comunidades indígenas ofrecían un hermoso ejemplo vivo de propiedad común de la tierra, los bosques y el agua.

Se ha dicho que la concepción desarrollada por los integrantes del PLM sobre la revolución de 1910 es una de las más originales. Por la influencia anarquista, fueron conscientes que las grandes revoluciones en la historia no habían supuesto que sus principales actores fueran finalmente los usufructuarios, debido al nacimiento consecuente de una clase directora que no había tardado en regenerar la opresión y la explotación. Así, las revoluciones se habían visto integradas hasta entonces por tres actores principales: por cierta clases que hacen la revolución (que podía ser el proletariado junto a algunos sectores de la burguesía y de los intelectuales), por aquellas clases o sectores contra los que se empuñan las armas y, finalmente, por las clases directoras que acaban usufructuando los resultados de la tragedia social. Lo que se trataría de lograr entonces es que el actor que realiza la revolución fuera finalmente el mismo que obtuviera el beneficio de la misma. Los magonistas considerarán lo pernicioso en la revolución mexicana de la dirección burguesa del maderismo; una de las originalidades de la teoría revolucionaria magonista es haber comprendido la necesidad de una doble lucha: contra el gobierno de Díaz y contra el capital. Al contrario que algunos sectores socialistas del PLM, que priorizaban la lucha contra la dictadura para, después de un largo proceso educativo y organizativo, emprender la batalla contra el capitalismo, los magonistas deseaban orientar la rebelión hacía los dos objetivos; es una lucha en lo que insistirán los anarquistas en otros conflictos históricos, como es el caso de la Guerra Civil Española.

Recordaremos el análisis anarquista que vincula el Estado con el privilegio, por lo que hay que acabar con la autoridad para destruir el capital, y viceversa. Los magonistas, fieles a esta visión, consideraban que la conquista del poder se acaba volviendo un fin en sí mismo, ya que su ejercicio da lugar a intereses y corrompe a los hombres. Tal y como escribe Flores Magón: "Los hombres más sinceros cuando se han encontrado encima de los demás hombres se han sentido superiores y aunque antes de alcanzar el poder hubieran manifestado su respeto al pueblo y su deseo de ser un verdadero servidor de los demás, ya arriba no se han encontrado dispuestos a obedecer a nadie más que a sí mismos"; nada más ilustrativo para este análisis que la película ¡Viva Zapata! (Elia Kazan, 1952). Si los determinantes económicos y sociales del poder son la propiedad privada y el monopolio del conocimiento, los subjetivos son la sumisión de las masas y del individuo. Así, no se quieren solo cambios sociales y económicos, sino que cada individuo debe adquirir autonomía y ser consciente de su capacidad intelectual liberándose de toda una cultura de la sumisión. Estos principios éticos guiaron a los magonistas durante la Revolución Mexicana, el lema fue "¡Gobernaos por vosotros mismos!". La destrucción del poder, preconizada por los magonistas, iba pareja obviamente a una propuesta constructiva y organizativa de autogobierno y autogestión económica por parte de las clases humildes. Tal y como se ha dicho en la importante obra Magonismo: utopía y revolución, 1910-1913 (Rubén Trejo, Cultura Libre 2005), el magonismo es de una actualidad innegable por su teoría revolucionaria, como antecedente de la práctica autogestionaria en México, por su espíritu antiautoritario y, en general, por su afán emancipador de la clase trabajadora.

1 comentario:

Unknown dijo...

La historia del "Magonismo" de principios del siglo XX está aún escribiéndose en la actualidad con las aportaciones de jóvenes historiadores en México. Nuevos documentos, análisis críticos y coloquios sobre el tema están dando más respuestas que las que se tenían recién hace 20 años. Además su legado se sigue construyendo en la actualidad en comunidades indígenas en el sur de México.
Saludos!