lunes, 18 de febrero de 2008

El combate contra el dogma (2/2)

Anécdotas en mi vida, donde personas presuntamente ilustradas se indignan dogmáticamente ante las dudas y preguntas que realizo ante sus "verdades" encontradas, me obligan a ese compromiso con el escepticismo. En cierta ocasión, me encontraba tratando de salvar la vida a un animal con múltiples problemas físicos -seguramente, somatizados ante la falta de cuidados que había recibido-, con continuas atenciones y visitas al veterinario; ciertas personas, practicantes de reiki, provocaron mi indignación y afirmaron sin ninguna ironía la posibilidad de transmitir energía al animal a distancia -creo que era utilizando un objeto que actuara como símbolo-. El problema no radica en que las personas practiquen lo que les venga en gana que les pueda reportar una serie de beneficios, el auténtico problema -y algo de pena diría yo- viene si las personas acaben creyendo científicamente, como era el caso de estas personas, que pueda existir energía negativa y positiva -el reiki es de origen japonés, pero podemos encontrar algo similar en el feng-shui o en el taichi, originados en China y que buscan la canalización de energía en el espacio y en el cuerpo humano, respectivamente-, una especie de conexión energética entre los seres vivos y que algunos "expertos" pueden manipular esa energía en bien de sus semejantes -y más irrisorio aún, la posibilidad de hacerlo… ¡a distancia!-. En otra ocasión, una persona me habló de las terapias de regresión, afirmando sin ninguna duda sus recuerdos de una "vida anterior". Mi estupor era indescriptible cuando no admitía ninguna duda ante lo que consideraba haber vivido en otro cuerpo y haberlo recordado perfectamente gracias a esta técnica o terapia; el dogmatismo llegaba a un punto en que, ante mi comentario sobre lo inescrutable todavía en el conocimiento humano en lo que atañe a la mente humana, afirmaba con indignación que ésta -la mente humana- era mucho más simple de lo que creíamos. La lista de psicologías alternativas que poco o nada tienen que ver con el estudio serio de la mente es interminable. La terapia de regresión parece que tiene un origen sicoanalítico y pretende acceder a experiencias pasadas para poder cambiar contenidos de tipo inconsciente de nuestra mente que pueden ser causa de males actuales; los críticos de esta técnica afirman que los recuerdos pueden estar inducidos por la misma terapia, en lugar de ser inconscientes, tal y como ha demostrado múltiples veces la Psicología Cognitiva. Son dos casos que me resultaron cercanos, no deseo con ello ridiculizar a nadie -muchas veces, nuestra reacción ante una defensa de lo que creemos es desmedida-, pero sí quería que sirvieran como ejemplos de esa conversión en dogma que tan peligrosa resulta para el progreso.
En el Mundo Occidental se puede decir que se vive una época de retroceso de la Razón, el oscurantismo gana posiciones y las creencias son cada vez más anticientíficas y antirracionales. Creo que hay que afirmar sin ambages que la sociedad española se caracteriza por una pérdida de formación cultural, por su escasa preparación científica, donde los medios no solo no divulgan el conocimiento sino que abundan en la especulación absurda y en datos acientíficos. El ejemplo más evidente es el programa "Cuarto Milenio", de una canal de televisión que pretende ser una opción progresista -esta palabra produce cada vez más hilaridad en la sociedad mediática en la que vivimos-, con divulgación de auténticas imbecilidades especulativas en lo paranormal, sin el menor análisis racional que actúe de balanza y presentados con cierto atractivo esotérico para que atraiga el morbo de la audiencia. Ya Hume afirmó hace tiempo, de manera brillantemente sencilla, que "las afirmaciones extraordinarias necesitan pruebas extraordinarias". Se puede extender lo mencionado anteriormente a la política y a los problemas sociales, con puntos de vista limitados, excesiva subjetividad -con todo lo que tiene de delicada tal afirmación, soy consciente- y, finalmente, de clara manipulación. La mayoría de los medios produce programas incalificables: ocultismo, astrología y, en general, pseudociencia de toda índole, el falseamiento de la realidad más evidente que alimenta la ignorancia. A pesar de algunos, podemos considerar la historia también como una ciencia y observamos también como pseudoprofesionales manipulan los datos históricos por su propio beneficio y, entonces, la escasa memoria que poseen las personas jovenes se encuentra además pervertida.

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