jueves, 3 de abril de 2008

La realidad de un mito

Desde casi siempre, no he podido evitar distanciarme de todo mito y rechazar de pleno el culto a la personalidad tan prácticado a derecha e izquierda. Si el Ché Guevara, cuya ideología presuntamente emancipadora ya me resulta cuestionable, tiene más sombras que luces, siempre me chirrió alguien tan intocable como es Teresa de Calcuta. Como yo también soy sospechoso de casi todo, empezando por mis convicciones ateas y anticlericales, nunca me he empeñado en insistir demasiado en el debate crítico acerca de ciertas figuras que, supuestamente, se han mantenido al lado de las personas que sufren. Sanal Edamaruku, secretario general de la Asociación de los Racionalistas Indios y presidente de Racionalistas Internacionales, a raíz de su beatificación, afirmó que "India no tiene ninguna razón para estarle agradecida a Madre Teresa". Es más, la bella y multicultural Calcuta quedó desdibujada por el culto al sufrimiento y a la miseria de la ideologia católica de este personaje. Su orden solo es una más entre decenas de organizaciones caritativas de la ciudad, pero supo crear el marco adecuado para dar relevancia a proyectos que nunca se materializaron y recaudar mucho dinero. Edamaruku considera que la ayuda a los más necesitados fue solo testimonial y que se desconoce a dónde fueron a parar tantos donativos. Se atreve a calificar al personaje, después de declaraciones en las que insiste en su culto a la miseria y al sufrimiento, de "millonaria excéntrica". Dado que, según estas creencias, "el más hermoso regalo para una persona es poder participar de los sufrimientos de Cristo", no se suministra en sus casas para moribundos ningún paliativo al dolor. Esta filosofía se extiende a todos los países donde, desgraciadamente, la autoritaria y retrógrada Iglesia Católica sigue teniendo demasiado poder (y no digo más sobre este país que llamamos España). Por otra parte, reconoció la Madre Teresa que su labor presuntamente caritativa era solo parte de su gran lucha contra el aborto y el control de la natalidad, los grandes males del mundo para esta gente fundamentalista. No solo no ayudó a los pobres de Calcuta, sino que sirvió a los ricos de Occidente, redimiendo conciencias de dictadores y criminales. No obstante, por supuesto, muchísimas personas creyeron fírmemente que esta persona quería acabar con la pobreza y la injusticia y ayudaron honestamente a esa supuesta empresa. ¿Hasta cuándo vamos a insistir en mitos y creencias que lo único que suponen es un obstáculo para la transformación social? El Papa actual ensalza ahora las "cualidades sobrenaturales" del anterior (en breve, me gustaría insistir en las "cualidades materiales y humanas" de Juan Pablo II, al que se tiende ahora a lavar la cara) en aras de su ulterior beatificación. Y así seguimos.

2 comentarios:

aurora boreal dijo...

Me alegra mucho leer un texto critico con Teresa de Calcúta, personaje que me produce auténtico repelús, hacia el que se han prodigado alabanzas sin cuento, incluso por parte de personas que se presentan como agnósticas e incluso ateas. Toda esta monserga de su ayuda desinteresada a los más pobres entre los pobres resulta nauseabunda, cuando se comprueba a trabes de sus escritos y manifestaciones públicas, que su interés no era acabar con la pobreza, ni con las injústicias que la provocan, si no justamente el contrario, deseaba que estas injústicias se perpetuen, para tener siempre pobres a mano, sobre los que perpetrar la caridad-espectacúlo, que tanto prodigaba y los mass media amplificaban...Esto sin entrar, por qué no tengo ni idea, si desviaba o no fondos de los cuantiosos donativos que recibia, para su propio lucro personal. Que tampoco me extrañaria, dada la escasa altura ética del personaje.
Pues, lo dicho...Un excelente articúlo, que ya toca ir desmitificando heroes, que para nada lo son, caramba!

aurora boreal dijo...

Me alegra mucho leer un texto critico con Teresa de Calcúta, personaje que me produce auténtico repelús, hacia el que se han prodigado alabanzas sin cuento, incluso por parte de personas que se presentan como agnósticas e incluso ateas. Toda esta monserga de su ayuda desinteresada a los más pobres entre los pobres resulta nauseabunda, cuando se comprueba a trabes de sus escritos y manifestaciones públicas, que su interés no era acabar con la pobreza, ni con las injústicias que la provocan, si no justamente el contrario, deseaba que estas injústicias se perpetuen, para tener siempre pobres a mano, sobre los que perpetrar la caridad-espectacúlo, que tanto prodigaba y los mass media amplificaban...Esto sin entrar, por qué no tengo ni idea, si desviaba o no fondos de los cuantiosos donativos que recibia, para su propio lucro personal. Que tampoco me extrañaria, dada la escasa altura ética del personaje.
Pues, lo dicho...Un excelente articúlo, que ya toca ir desmitificando heroes, que para nada lo son, caramba!