miércoles, 4 de marzo de 2009

La ambivalencia del ladrillo


Echo pestes con asiduidad y de manera visceral de cualquier acto violento, máxime si trata de tener una excusa sociopolítica, actitud mía que tiene mucho que ver con la justificación que antecede penosamente a ciertas ideas radicales (por enésima vez, diré que esta palabra alude a profundización y a transformación, ni más ni menos). A pesar de ello, decidí realizar un diseño/fotomontaje para la portada del periódico anarquista Tierra y Libertad número 246 (enero de 2009) en el que la imagen clásica del discóbolo, lanzando esta vez un ladrillo, se intenta asociar a la idea de rebeldía social (de "despertar" social, como reza la leyenda). Las revueltas producidas en Grecia recientemente fueron consecuencia de un malestar social acumulado y me parecía que la lectura no podía ser meramente superficial ni coyuntural. Para situar la cuna de la Civilización Occidental, utilicé la mencionada escultura de Rodin junto al contexto del Partenón. El elemento del ladrillo, símbolo tan carismático para las aspiraciones transformadoras de Mayo del 68, me resultaba de una presencia ambivalente: destructor y constructor. Esa contradicción entre dos actitudes opuestas tratar de estar presente y conjugada en los elementos: clasicismo (Discóbolo, Partenón) y modernidad (ladrillo, que vincula a su vez distintas revueltas contemporáneas). El caso es que puse mi empeño en superar la lectura superficial, digamos que "violenta", de arrojar un ladrillo al sistema, y traté de que hubiera mucho de simbolismo e ironía en el conjunto. No es quizá un gran diseño de portada (tampoco pude contar con las imágenes que me hubieran gustado), pero está lleno de intención.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una porquería.
Lo que dices son chorradas.
Ladrillo va asociado a construcción de la mala: especulación.
No sigo porque no merce la pena