jueves, 25 de junio de 2009

Egoísmo y apoyo mutuo, extremos de la antinomia

Kropotkin dijo "una de las mayores conquistas de la civilización moderna es precisamente el sentimiento de la comunidad íntima de los pueblos". Si esta afirmación es correcta, y creo que podemos así considerarla, el anarquismo se coloca una vez más como la teoría política y ética más profunda. Su concepción de la libertad no puede ser tan limitada como la del liberalismo democrático, el derecho a vivir la vida plenamente debe ser una realidad en la práctica para todos los miembros de la sociedad (donde no cabe la explotación, el determinismo económico en manos de unos pocos y ningún tipo de privilegio). El anarquismo es la única vertiente socialista sin un pasado ominoso y con un futuro esperanzador, el único socialismo que ha puesto su confianza en el ser humano sin sacrificarle a ninguna instancia superior ni dejar su suerte en supuestas lecturas históricas o filosóficas ajenas a su voluntad (la del hombre, o mejor, la de los individuos para no caer en abstracciones). Ya Bakunin advirtió que un socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad; como vemos en la democracia liberal, la libertad sin socialismo es privilegio e injusticia. Pero Ricardo Mella también afirmó algo que quizá erosione algo los prejuicios sobre el anarquismo; los llamados individualistas anarquistas quedarían cojos en su deambular revolucionario, pero forman parte del programa anarquista, precisamente la organización social justa vendría a paliar la relatividad humana. El individualismo insolidario (explotador y autoritario) y el totalitarismo (de partido único o con apariencia multipartita, seudoplural, de Estado en definitiva), entendidos como extremos igualmente erróneos, son rechazables para el anarquismo; si el ser humano debe realizarse siempre en sociedad, no puede ver sacrificada, por otra parte, en ninguna forma organizativa su libertad personal. Es una paradoja, o mejor una antionomia si queremos utilizar la terminología de la tradición ácrata, que debe resolver el anarquismo. Desde sus orígenes modernos, el anarquismo ha insistido en estos puntos: su confianza en cierta Revolución Social, pero la densa acérrima de la libertad individual. Algunos autores anarquistas, en mi opinión con cierta lectura espiritual y religiosa del anarquismo (de sus propuestas morales al menos) han rechazado tajantemente el individualismo de Stirner. Si se quiere buscar una lectura hobbesiana en El único y su propiedad es posible que algunos de los numerosos asertos que forman el libro lo confirmen. Pero me parece una lectura reduccionista (y tal vez injusta para el autor). El anarquismo puede considerarse ecléctico en su búsqueda de la emancipación social y personal, y no es raro que Stirner haya sido de tanto interés en la tradición ácrata, y no lo haya perdido en mi opinión en la actualidad. Su consideración de que cada ser humano tiene una personalidad única es netamente libertaria y sería de gran ayuda su lectura al día de hoy, en que gran parte de la humanidad privilegiada se consume en problemas de índole sicológica consumiendo, entre otras muchas cosas cuestionables, libros de autoayuda de lectura más bien epidérmica (estos libros deberían ser síntoma no solo de malestar del tipo que sea, también de una evidente pérdida de valores y de nivel cultural). Para esa otra gran parte de los seres humanos, los cuales no poseen ni el bienestar fisiológico mínimo, es necesaria una transformación radical en lo sociopolítico en la que no quepa ni el autoritarismo ni la falta de acceso a los medios productivos (un socialismo de índole libertaria, anarquismo, vaya). Decía que el rechazo a Stirner no me parece de recibo, su negación de toda abstracción (dominación política o religiosa), en la que también cabía la sociedad y el socialismo (al ir tan lejos este hombre y no hacer propuesta concretas sociales, pasa lo que pasa), es de una importancia fundamental como contrapeso a una organización social en la que siempre correrá el peligro de formarse cierta autoridad coercitiva (en el hecho social o en la mente de las personas). El egoísmo (en lo individual, entendido como forma de desarrollo) no me parece pues un enemigo de la sociedad libertaria, más bien un contrapeso a su moral del apoyo mutuo (extremedamente importancia en o social). El enemigo claro del anarquismo es el autoritarismo (que no cierta autoridad) y el privilegio (claros compañeros de viaje), su rechazo a toda instancia que lo instaure (aunque se llame temporal) ha sido claro. Bakunin dijo, y estoy con él. que nada hay más peligroso para el desarrollo moral del hombre que el hábito de mando. Es éste un punto también muy interesante en la visión anarquista, y no resuelto (ahí, las ideas libertarias tienen mucho que decir), el cómo la jerarquización social afecta al ambiente en que se "desarrolla" el ser humano. En mi opinión el anarquismo es, por supuesto, una forma de organización social, pero una en la que la vigilancia contra el desarrollo de toda autoridad coercitiva debe ser un hecho; para ello, será importante la organización de abajo arriba y su focalización constante en lo social. Normas, reglamentos, leyes si se quiere, son necesarios para organizarse. Pero resultarían solo detestables si manan de una instancia ajena a la organización social, si se convierten en símbolos del privilegio y/o en obstáculos para el progreso social o si terminan arrastrando a las minorías. La conquista de la libertad, que el anarquismo pone en la organización social, y la propia moralización de la sociedad son otros de los puntos fuertes en los que creo que se puede insistir como contrapeso a todo forma de dominación política (la palabra Estado sigue teniendo demasiadas connotaciones para muchas personas).

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