domingo, 8 de noviembre de 2009

Las diferentes concepciones de la libertad

Creo que fue Benjamin Constant, en el siglo XIX, el primero que hizo la gran distinción entre libertad positiva y negativa. Consideraba este autor quelos antiguos tenían una concepción de la libertad radicalmente distinta de la que parece haber triunfado en los tiempos modernos. Según esta última, la libertad sería una esfera protegida por la ley de no interferencia en los asuntos del individuo, en el mundo antiguo significaba el derecho a tener voz en el proceso colectivo de la toma de decisiones. La primera, negativa, es propia de la tradición liberal; según Constant, Rousseau trató de revivir la llamada libertad positiva en nombre de la llamada "voluntad general". Puede decirse que el anarquismo tiene una concepción positiva de la libertad, como "conquista" social en nombre de la cooperación y la solidaridad, pero son conocidas sus críticas a la abstracción de la teoría rousseauniana, que acaba legitimando igualmente el Estado. Por otra parte, su concepción de la llamada "libertad negativa" puede entenderse como base de la teoría anarquista, si entendemos por este tipo de libertad la que da predominancia al individuo, pero nunca fundada en una instancia separada de la sociedad (que puede dar lugar a una legitimación de la explotación, del tipo que fuere, y del autoritarismo). Llevada a un extremo, la libertad individual conduce a la renuncia a la vida social o a una dominación sobre otros individuos, la cual niega el carácter universal del supuesto derecho. Es complicado, pero digamos que lo que en la teoría liberal es un derecho teórico, en el anarquismo se busca un derecho práctico en un determinado contexto sociopolítico y económico.

Los primeros pasos en aras de la igualdad universal del hombre tal vez fueron obra de lo sofistas en la Antigua Grecia. Al establecer una distinción entre lo natural y lo convencional, ayudaron a sostener la igualdad universal del hombre (hay que recordar que se justificaba el esclavismo por motivos naturales). Hay quien atribuye al sofista Protágoras los fundamentos de la democracia participativa, al atribuir a todos los hombres una parte en la concepción de la justicia. En nombre de la tradición liberal se repudia tantas veces el pensamiento de Platón y Aristóteles, el cual se considera una reacción contra la sociedad abierta de la Atenas de Pericles. La ética de la libertad e igualdad deja paso a una especie de racionalismo metafísico, cuya concreción literaria es la utopía La República, escrita por Platón. No obstante, me parecen juicios algo injustos realizados a pensadores premodernos con visiones muy diferentes a las que triunfarán en la Modernidad. Se ha llegado a decir que, incluso, no existe concepción de libertad individual o de derechos humanos en según que filósofos clásicos. Es demasiado atrevido, lo que sí parece claro es que existen testimonios de concepciones individualistas modernas entre los sofistas.

Leo Strauss distingue entre el "derecho natural clásico", basado en el deber civil, y las teorías modernas de los derechos naturales, las cuales reservan un margen para la libertad individual (el cual tiene validez de forma independiente y anterior a cualquier deber cívico). Resulta algo infructuoso escarbar en la obra de Aristóteles en busca de alguna forma de "libertad negativa", tal y como la postularán autores modernos como Hobbes y Locke. No obstante, en la Ética de Aristóteles se puede hacer una lectura de cierta concepción de los derechos humanos naturales (propios de todos los seres humanos, como pertenecientes a una especie), sin olvidar por supuesto la defensa la esclavitud natural que tenía este autor griego. Pero, en rigor, según Strauss la concepción dominante que tenían los antiguos del derecho natural se basaba en el deber. Era una concepción funcional basada en las demandas generadas por las diversas actividades de la polis, demandas que podían ser muy desiguales, pero sin que pudieran originar un derecho a la no interferencia o a la independencia personal. El ambiente liberal de Atenas supuso la reacción posterior en la que triunfaría esta concepción funcional de los derechos.

Entre los romanos, las Leyes de las Doce Tablas supusieron importantes garantías de libertad individual. La primera de las leyes públicas prescribe: "no se aprobará privilegio o estatuto alguno a favor de personas particulares, lo cual sería en perjuicio de otros y contrario a la ley, que es común para todos los ciudadanos y a la cual los individuos, cualquiera que sea su rango, tienen derecho". Así, creció en Roma una ley privada altamente desarrollada de naturaleza individualistas, que tendría cierto declinar con mandatos posteriores, pero que ejercería influencia en el Renacimiento latino del siglo XVII. En el emperador y filósofo estoico Marco Aurelio parece ser que se encuentran precedentes del ideal universal de la igualdad y de la unidad racional de la especie humana, a través de su participación en el logos divino. Historiadores del liberalismo alaban, sobre todo, la implantación de un orden legal individualista en algunos momentos de la historia romana. Puede decirse que fue el germen de lo que sería el Estado liberal moderno.

En cuanto al cristianismo, desde el punto de vista liberal, traería una época de intolerancia e ignorancia (algo que la derecha "liberal" de este país, tan sumisa a la Iglesia Católica, no menciona). No obstante, hay que decir que el cristianismo originario sí tenía rasgos individualistas. En un principio, al concentrarse en la salvación del individuo, el cristianismo supuso un relajamiento de las doctrinas morales antiguas y llevó a un fortalecimiento del espíritu individualista. Tenía mucho que ver con el individualismo de escuelas filosóficas inmediatamente anteriores, como la estoica o la epicúrea, y al igual que ellas se alejaba en sus postulados de la política. Más adelante, aunque siguiera preconizando esa igualdad universal (originada en una esencia igualitaria de cada alma individual), la doctrina cristiana y la Iglesia se mostrara compatible con toda suerte de regímenes políticos. Hay que decir que el cristianismo pondría fin a una era de libertad de pensamiento y de tolerancia religiosa; pero, para ser justos, hay que recordar la raíz igualitaria (esta característica es tal vez la gran originalidad que traería el cristianismo), universalista e incluso individualista concretada en movimientos religiosos y filosóficos de los últimos tiempos del periodo romano.

Seguiré con esta tradición del liberalismo, y trataré de llegar al anarquismo como la más alta aspiración que recoge esa tradición de defensa de la libertad individual subsumida en un socialismo que pretende la autonomía social.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"la libertad individual conduce a la renuncia a la vida social o a una dominación sobre otros individuos, la cual niega el carácter universal del supuesto derecho"

¿podría explicar esto mejor? ¿cómo la libertad individual conduce a una dominación sobre otros individuos?

Capi Vidal dijo...

El párrafo completo es el siguiente:
"Llevada a un extremo, la libertad individual conduce a la renuncia a la vida social o a una dominación sobre otros individuos".

A pesar de ello, es una sentencia demasiado categórica y confusa, pero es que nos encontramos con cosas así en numerosos autores (lo único, tal vez, que me salva de la simpleza). El problema de tantos autores liberales es que hablan de libertad e incluso de igualdad, pero acaban traicionando las dos, la libertad no es igual para todos al ver la propiedad privada de los medios de producción de esa manera tan "sagrada"(¿dónde se establecen los límites?, ¿en qué punto de parte de la igualdad?).

Lo que quiero decir es que la auténtica libertad solo se concreta, en el terreno social y económico, en la participación ecuánime en los medios de producción, no en la explotación del trabajo ajeno.

Sí, sí, ya sé lo que me van a decir algunos, pero hablamos de ideas antiautoritarias, of course (con toda la dificultad que ello conlleva). Insistiré más en la cooperación, que en otra cosa, en un contexto libertario (sin Estado, pero con aspiraciones antiautoritarias en todos los terrenos). ¿Socialismo?, sigue siendo una bella palabra, aunque no me guste emplearla categóricamente, ante las implicaciones confusas que conlleva. No obstante, recordaré lo de "libertad sin socialismo..., socialismo sin libertad...".

Vamos a tutearnos, por favor.
Un saludo.