martes, 11 de octubre de 2011

Hablando de cultura

A propósito del interesante debate originado en la entrada anterior, me gustaría dedicar un espacio a reflexionar sobre qué entendemos por cultura. Seguramente, alguien me acusará de lo peor por plantearme según qué cosas, pero resulta fascinante descubrir lo poco que sabemos de cuestiones semánticas. Es más, seguro que los insultos se recrudecen cuando comprueben que acudo en primer lugar a la Rae, pero a algún sitio habrá que dirigirse (al menos, para establecer un punto de partida), digo yo. El caso es que, de las cuatro acepciones que aparecen, obviaremos la primera (sinónimo de "cultivo") y la cuarta (un significado en desuso como "culto religioso", lo cual es ya muy significativo). Nos quedamos con estas dos acepciones: "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico" y "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.". Estupendo que, a nivel individual, la cultura vaya unida al desarrollo de la razón.

Voy a tratar de ponerme algo más complejo. Hay quien se refiere a la cultura como un "cultivo" de las capacidades humanas, así como al resultado del ejercicio de estas capacidades según ciertas normas. Este significado sería bastante antiguo, previo a un análisis ya filosófico sobre la cultura y la estructura social en la que se inserta. Precisamente, hay que remontarse a los inicios de la filosofía, en la Antigua Grecia, para ver ya lo que es una contraposición interesantísima, entre la naturaleza ("estado de natura") y civilización ("estado de cultura"). Al respecto, es muy conocida la diferencia establecida por los sofistas entre lo que es "por naturaleza" y lo que es "por convención" (podemos hablar también de "ley"). Se dieron muchas opiniones al respecto, y no parece que se pusieran muy de acuerdo: la cultura es un desarrollo de la naturaleza; la cultura es algo contrapuesto a la naturaleza; la cultura es superior a la naturaleza; la cultura representa un obstáculo para el desarrollo "espontáneo" de la naturaleza, y algunas otras. Por poner algún ejemplo, los cínicos apostaban por la simplicidad natural y consideraban la "cultura" como un símbolo de corrupción y decadencia, mientras que los estoicos creían que vivir según la naturaleza era hacerlo según la razón universal.

Con el tiempo, parece aludirse con cultura también a la diferenciación entre sociedades humanas y no humanas. En cualquier caso, creo que esa relación entre naturaleza y desarrollo cultural (algo que preferimos al término "espiritual", con connotaciones religiosas) se ha mantenido y, lo digo con cautela, es algo asociado preferentemente al ser humano y a sus capacidades (lenguaje, técnica, formas de organización social...). Los autores que se han especializado en la cuestión afirman que, mientras la naturaleza es indiferente a los valores, no así la cultura, ya que en ella se encuentran insertados. Así, una pintura o una estatua pueden ser, desde el punto de vista de las ciencias naturalezas, un trozo de tela o de marmol, mientras que la ciencias culturales lo estudiarán como objeto artístico y expresión de un individuo, grupo y época. Hay que tener en cuenta, cuando hablamos del estudio de una cultura, siempre las consideraciones, tanto objetivas, como subjetivas.

Hay quien ha afirmado que el tiempo de desarrollo cultural en la historia posee sus propias leyes, desplegándose de forma heterogénea, ya que la diferentes expresiones, artísticas, filosóficas y científicas, están vinculadas a las capas profundas de la vitalidad anímica del ser humano. Otros filósofos hablan de cultura como "el mundo propio del hombre", de tal forma que las formas que una vez son vivas y espontáneas acaban convirtiéndose en estructuras rígidas (en modelos). En este sentido, cultura parece ir asociada a un proceso de humanización que tal vez se muestra en permanente innovación y transformación. La historia del hombre es historia de la cultura, lo que supone un proceso de transformación de su mundo y de sí mismo. Este aspecto es el que más me interesa, no el que alude a una mera clasificación y ordenación de los objetos culturales, sino el que prima la existencia humana y la vincula a un mayor horizonte moral y racional. Cultura, en este sentido, iría unido a la creatividad y transformación humanas.

Ortega y Gasset consideraba que la cultura era una especie de tabla de salvación del hombre en el mar sin fondo de su existencia. Si nos caracteriza la inseguridad y los miedos, la cultura puede otorgarnos firmeza y sentido. Esta tabla de salvación no es mera acumulación, sino que va unida a algún valor, a una permanente creación cultural (insistiré en no utilizar la palabra "espiritual", por los equívocos que ocasiona) que pasa a sistematizarse, a transmitirse a nuevas generaciones sin perder nunca de vista la innovación y la radical transformación. En cualquier caso, existen problemas para dar un sentido amplio a la noción de cultura, ya que hay siempre que preguntarse cuál es su relación en los diferentes ámbitos (social, político y económico), por lo que es francamente difícil hablar de autonomía al respecto. Existe, con seguridad, una interacción constante entre los campos de la economía y de la política, aunque sea posible diferenciar la cultura de ellos a nivel social.

Recuerdo un viejo ateneo al que se llamó Centro de Cultura Anarquista. La explicación no era por ser la cultura propia del anarquismo, sino por ser algo ingobernable.

1 comentario:

aurora boreal dijo...

Hoy es de los dias, en los que estoy cién por cièn de acuerdo contigo.
Un abrazo fraternal.