domingo, 26 de agosto de 2018

Teoría, praxis y heterodoxia en Marx

Parecería casi innecesario hablar, a estas alturas de la película, del pensamiento de Karl Marx. Sin embargo, su tremenda importancia en la sociedad contemporánea, al menos en Occidente, obliga a recordar sin simplezas ni distorsiones, para bien y para mal, el legado de un autor y las vinculaciones, reales o no, de su obra con ciertos regímenes políticos. Precisamente, la realidad totalitaria, la falta de libertad y el fracaso económico que supuso esa (supuesta) praxis marxista nos ayuda a encontrar alternativas a un capitalismo mutable en sus numerosos daños desde un socialismo en el que predomine la libertad, la ética y la voluntad humana. Estos rasgos deseables para un socialismo parecen para muchas personas incompatibles con un sistema superador del liberalismo capitalista; la respuesta pasa con seguridad porque gran parte del imaginario colectivo, consciente de que la respuesta no está ni en el fortalecimiento del estatismo ni en la negación de libertades primordiales para la acción y el pensamiento del ser humano, vincula cualquier forma socialista con esa práctica totalitaria. Trataremos de apuntar que, no solo es así, sino que la evolución del anarquismo, desde aquellos primeros enfrentamientos entre centralistas y federalistas, ha evolucionado aún más hacia posiciones de superación del liberalismo y del socialismo estatista.


Karl Marx, que nació en 1818 en Tréveris, antigua provincia del Rin, fue tempranamente influido por algún profesor discípulo de Hegel. Precisamente, conoció a fondo el sistema hegeliano y frecuentó en su juventud el llamado círculo de "hegelianos de izquierda"; no obstante, su relación con la filosofía de Hegel puede calificarse de ambigua a pesar de la notable influencia que ejercería sobre sus concepciones posteriores. También tempranamente, se empapó de diversos autores socialistas, la mayoría de nacionalidad francesa, como Fourier, Leroux o el propio Proudhon; estos pensadores, más tarde, serían calificados como "utópicos" para tratar de confirmar que el verdadero socialismo "científico" era el propugnado por Marx y Engels. También conoció Marx el pensamiento de Feuerbach, por el que se entusiasmó en un primer momento. Trasladado a París, en 1844 conocería a Engels, con el que le uniría una estrecha amistad durante toda su vida, y a revolucionarios como Blanqui y Bakunin. Es en este contexto parisino donde comienzan sus agrias polémicas con Proudhon y con sus antiguos amigos de la "izquierda hegeliana". Será expulsado de París, a petición del gobierno prusiano, debido a sus colaboraciones en el diario Vorwärts y en 1845 se marcharía a Bruselas.
En 1847, fundó con Engels la Liga (Bund) de los comunistas, cuyo programa quedaría plasmado en el Manifiesto del Partido Comunista en 1848. Será en Londres, donde permanecería el resto de su vida desde 1849 y allí escribiría sus más importantes obras teóricas al mismo tiempo que luchaba contra la miseria, mantenía vínculos con las organizaciones revolucionarias y daba impulso a la constitución de la Primera Internacional.

Como hemos dicho, la influencia de Hegel en Marx es notable, aunque hay que tener presente también la de otros autores, como Feuerbach o Saint-Simon, y la de economistas como Ricardo, Adam Smith o Quesnay. De forma general, se suelen mencionar tres principales fuentes para el pensamiento de Marx: Hegel, los socialistas "utópicos", al mismo tiempo que los economistas mencionados y, particularmente, el desarrollo de la economía inglesa; no obstante, hay que hablar de diversas influencias y experiencias en Marx para dar lugar a un sistema positivo propio. Diversos autores han defendido la tesis de que hubo "dos Marx"; así, su pensamiento se dividiría en dos periodos, que estarían caracterizados principalmente por los Manuscritos económico-filosóficos (1844) y por El Capital (1876). La primera etapa mostraría a un Marx filósofo, según algunos intérpretes incluido en una especie de tradición hegeliano-existencial; el Marx posterior, dejando al margen toda moral e ideología, se afanaría en consagrar su obra a la edificación de una ciencia. Para otros autores, contemplando el conjunto de la obra de Marx, sí existe una continuidad en su pensamiento; la dificultad para interpretar tal cosa, así como la contraria o incluso la posibilidad de un proceso de maduración en el autor que culmine en el "Marx científico", es notable.

Puede hablarse de tres forma de entender el marxismo: 1) el propio pensamiento de Marx, tomado en su conjunto, bajo el aspecto de una evolución total o atendiendo principalmente a alguna de sus etapas; así, ese pensamiento incluiría un método, una serie de supuestos, un conjunto de ideas de distinta índole y multitud de reglas de aplicación, tanto teóricas como prácticas; 2) un grupo de doctrinas, filosóficas, sociales, económicas y políticas, fundadas en una forma de interpretación del marxismo y tendiendo a sus sistematización; Engels dio forma definida a este grupo de doctrinas, para luego ser transformado por Lenin y dar lugar al llamado "marxismo ortodoxo"; 3) por último, existen una muy variada serie de interpretaciones originadas en diversas épocas y formadas según distintas tradiciones, temperamentos o circunstancias históricas (ejemplos pueden ser las interpretaciones alejadas del "marxismo ortodoxo", el llamado "marxismo occidental", el maoísmo, algunos intentos de reavivar el marxismo retornando a las fuentes…). De un modo más general, se ha llamado marxismo también a los métodos, doctrinas e ideales políticos adoptados en diversos países en el momento de la lucha contra el imperialismo y el colonialismo. Como ya se ha insistido en muchas ocasiones, la apelación al marxismo se produjo de manera tan indiscriminada, que a menudo parecía perder su significado. En cualquier caso, puede hablarse de elementos comunes a toda interpretación de Marx, como es el caso de las doctrinas del materialismo histórico y del materialismo dialéctico.

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