domingo, 27 de noviembre de 2016

La revolución cubana: una mirada libertaria

La revolución cubana, al igual que ha ocurrido con la llamada "bolivariana" más reciente, ha producido pasiones y rechazos por doquier; tantas veces, sin posibilidad de matizar entre los dos extremos. La realidad es que el comunismo originado en Marx ha visto fracasado una y otra vez, tanto su teoría supuestamente científica, como sus experiencias políticas; hablamos de fracaso en términos auténticamente revolucionarios y socialistas, por supuesto.

A pesar de esta praxis fallida, con un negación de la libertad en todos los ámbitos de la vida, y con una cuestionable política económica (que, en cualquier caso, nunca fue autogestión por parte de los trabajadores ni pareció haber caminado hacia ello) cierta izquierda encontraba nuevos referentes una y otra vez en estas experiencias de Estado. Veamos cómo ha visto el movimiento anarquista, partidario del socialismo autogestionario, este más de medio siglo de "revolución cubana". En la lucha contra Batista, como es lógico, los anarquistas tuvieron un papel activo. Muy pronto, con la llegada de Fidel Castro al poder, encontrarán una represión en sus filas; en sus publicaciones, advertirán sobre el autoritarismo, el centralismo estatal y la hegemonía del Partido Comunista y reclamarán democracia en los sindicatos. Los anarquistas, al igual que deberían hacerlo los marxistas, apostaban por la autogestión y por la emancipación de los trabajadores. No obstante, la vía del Estado cubano derivó, con su falta de libertad y de iniciativa propia, en el totalitarismo y la dependencia del modelo soviético.

Al ser conscientes de este desastre, en 1960 los anarquistas hicieron una declaración de Principios mediante la Agrupación Sindicalista LIbertaria; en ella, se atacaba al Estado, al centralismo agrario propuesto por la reforma del gobierno, así como al nacionalismo, al militarismo y el imperialismo. Los libertarios se mantenían fieles a su concepción de la libertad individual, como base para la colectiva, del federalismo y de una educación libre. Las habituales acusaciones, que llegan hasta nuestros días, de estar a sueldo de Estados Unidos u otros elementos reaccionarios no tardarían en llegar. Después de aquello, la represión castrista hizo que el anarcosindicalismo no tuviera lugar al erradicarse la libertad de prensa y no pudiera hacer propaganda ideológica. Se inició el éxodo anarquista en los años 60, quedando pocos militantes en Cuba y sufriendo un miserable despotismo.

En aquellos primeros años de la revolución cubana, se crearon organizaciones en el exterior, como el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE), y hubo otros manifiestos libertarios criticando la deriva totalitaria. Una obra anarquista destacada es Revolución y dictadura en Cuba, de Abelardo Iglesias, publicada en 1961 en Buenos Aires. La posición anarquista, al menos por parte de la mayor parte del movimiento, estaba clara. La incansable actividad intelectual de algunos anarquistas cubanos hace que se exponga con claridad meridiana conceptos como los siguientes: "expropiar empresas capitalistas, entregándolas a los obreros y técnicos, eso es revolución"; "pero convertirlas en monopolios estatales en los que el único derecho del productor es obedecer, esto es contrarrevolución". A pesar de estos esfuerzos, a finales de la década de los 60, el castrismo parecía estar ganando la propaganda ideológica, lo que provocó que algunos medios libertarios, en Europa y en América Latina, tendían cada vez más a apoyar a la revolución cubana.

Un punto de inflexión para esta situación será la publicación en 1976 en Canadá del libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective (La Revolución cubana: un enfoque crítico), de Sam Dolgoff, excelentemente distribuido y que "hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en general y los anarquistas en particular". El libro constituyó un certero enfoque crítico del castrismo, recogiendo la lucha del MLCE (reiteradamente acusado de estar al servicio de la reacción) y propiciando su reconocimiento internacional; el impacto sobre el anarquismo internacional, e incluso sobre otras corrientes de izquierda, fue considerable. En los siguientes años, es destacable la publicación Guángara libertaria, a cargo del MLCE, iniciado en 1979 y que llegó hasta 1992. En los últimos tiempos, destaca el boletín Cuba libertaria, del Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba, cuyo primer número apareció en febrero de 2004. En la actualidad, es una obligación de los movimientos anarquistas internacionales apoyar la red del Observatorio Crítico Cubano, que implica proyectos socioculturales internos y externos, con un marcado carácter antiautoritario y autogestionario.

Si algo ha alimentado el mito de la revolución cubana ha sido el criminal bloqueo de lo Estados Unidos, que llega hasta nuestros días a pesar del inicio de relaciones propiciado por Obama. Tan intolerable es ese bloqueo norteamericano como el que han establecido los Castro sobre la población cubana. Esa elección entre lo malo y peor, tendencia tantas veces de la mentalidad humana, es pobre y falaz; lo malo sigue siendo malo, hay que trabajar por una vía que asegure la justicia y la libertad. Así lo han hecho históricamente los anarquistas, desde la época colonial hasta el actual sistema totalitario. Desgraciadamente, los movimientos sociales son inexistentes en Cuba, ya que la única representación política es a través del Partido Comunista y de la Unión de Jóvenes Comunistas. El régimen cubano parece doblemente perverso, por su condición intrínseca, suavizada por la magnificación de sus logros, y por arrogarse una autoridad moral fundamentada en su supuesta naturaleza transformadora y progresista. Tras la muerte de Fidel Castro, el régimen ya ha tenido continuidad con el liderazgo de su hermano Raúl; es digna de asombro la capacidad del fallecido comandante para perpetuar su legado.

El proceso que se ha abierto, en los últimos tiempos, con el inicio de relaciones con Estados Unidos y con algunas reformas internas aparentemente liberales (aunque asegurado el control estatal de la economía), parece una nueva etapa capitalista en la isla en la línea del "comunismo" chino, aunque claramente liderada por las mismas élites políticas y militares. Recordemos que en Cuba, a pesar de la dificultades del bloqueo, operan y han operado empresas del capitalismo internacional. Como en tantas otras experiencias marxistas, el supuesto socialismo ha acabado siendo capitalismo de Estado y una triste y perversa práctica totalitaria. En estos Estados totalitarios pseudosocialistas, al igual que en los "liberales", los paradigmas hegemónicos son la explotación y la dominación. La crítica anarquista a toda forma de poder se ha demostrado acertada.

5 comentarios:

BURKA-NO dijo...

No entiendo bien que los anarquistas cubanos iniciaran el éxodo porque "no había libertad de prensa y no podían hacer propaganda ideológica". En España, durante la dictadura, tampoco existía la libertad de prensa y se arriesgaba la vida al hacer propaganda ideológica, pero no por ello dejamos de luchar y oponernos al régimen desde dentro, sin recurrir al exilio.

Omar Bautista González dijo...

Muy buen artículo. Lo acabo de difundir.

Capi Vidal dijo...

Hola.

Aprovecho para desarrollar la represión sobre los anarquistas en esos primeros años. Para ello, seguiré la obra de uno de los grandes historiadores sobre el anarquismo en Cuba, Frank Fernández.

La mencionada declaración anarquista de la Asociación Sindicalista Libertaria (firmada por el Grupo de Sindicalistas Libertarios, hablamos del verano de 1960) fue uno de los primeros ataques directos al régimen desde un punto de vista ideológico, lo que provocó la rápida respuesta del PCC con la consabidas acusaciones de estar al servicio de EEUU. En ese momento, los anarquistas se convirtieron en enemigos del régimen y pasaron a la clandestinidad; no pudieron llevar a cabo ninguna respuesta, a pesar de estar preparado un folleto de 50 páginas, ya que los impresores estaban "aterrorizados por la dictadura" (tampoco fue posible una edición clandestina).

Los opositores anarquistas al régimen se ven acosados, comienzan la delación y las acusaciones como señas de identidad de un sistema totalitario. La acusación de "contrarrevolucionario" supone cárcel o fusilamiento, atacar al régimen era un crimen de "lesa patria". A pesar de esta situación, "la gran mayoría de los anarquistas cubanos acordaron rebelarse e iniciar una lucha que estaba condenada desde el primer día a un fracaso rotundo". Se publicó un boletín clandestino (de agosto a diciembre de 1960), se mantenían reuniones, se llevaban a cabo actos de sabotaje, incluso la lucha armada mediante la guerrilla. El gobierno cubano consideró esta actividad como simple bandidaje y actuó de forma implacable (aquí podemos encontrar otro paralelismo con el maquis durante el franquismo.

La situación de los anarquistas en la isla era cada vez más dramática. El fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, planeada por la CIA, sirvió para liquidar todo oposición interna y para consolidar el régimen de Fidel Castro. El 1 de mayo de 1961, el gobierno cubano se declaró socialista (siguiendo el modelo soviético), lo que sirvió para exigir una adhesión absoluta. En otras épocas y en otros regímenes, la tormenta para los anarquistas se podía afrontar de tal manera que no supusiera el exilio forzoso, pero el nuevo sistema totalitario cubano solo ofrecía más alternativa que la fidelidad o escoger entre tres opciones: cárcel, paredón o exilio...

Unknown dijo...

Por que dicen que no hay democracia? Y los comites de la defensa de la revolucion, si no son formas de democracia entonces que significan? L@s cuban@s fueron atacados , cual es el alternativo en tiempos como asi? revolucion es un proceso, no es algo que puedes hacer en un dia.

KRATES dijo...

Tras leer este texto,y muerto Fidel, me vienen a la cabeza estas palabras del viejo Bakunin:
«La libertad sin socialismo es privilegio e injusticia. El socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad.»