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domingo, 19 de febrero de 2023

La maleabilidad del ser humano y el statu quo

Cuando hablamos de la "condición humana", y aunque no empleemos ese término, no nos deberíamos referir nunca a unos rasgos inamovibles en el ser humano; al menos de un par de siglos a esta parte, hablar de una naturaleza en el hombre, de unos rasgos inherentes, es algo sometido a una feroz crítica.

A pesar de que obviamente poseamos unas características biológicas determinadas, es la manera de hacer frente cada persona a los acontecimientos posteriores en su vida lo que da lugar su condición específica. Desde este punto de vista, la condición humana aparece determinada por el conjunto de las experiencias del ser humano. Si a estas alturas no hay respuestas definitivas sobre la existencia o no de una "naturaleza humana", como de cualquier otro concepto metafísico, hay que volcar nuestro esfuerzo en el estudio del ser humano y de su comportamiento de un modo estrictamente científico. Desgraciadamente, la religión sobre todo, muchas corrientes filosóficas aparecen como culpables de la insistencia en una naturaleza fija e invariable en los seres humanos; las consecuencias son nefastas, ya que no hay lugar para un pensamiento amplio y para el libre examen, aparecemos una vez más

jueves, 9 de mayo de 2019

Las ideas anarquistas y la condición humana

Una de las mayores falacias sobre el anarquismo, que continúa bien extendida, es considerar que tiene un excesivo optimismo sobre la condición humana. En cierta tesis sobre pensamiento anarquista, a la que tuve oportunidad de acudir, se escuchó por parte de un miembro del tribunal aludir a que el anarquismo estaría muy bien si todos los seres humanos actuaran de forma correcta. Y, en ese caso, estamos hablando de supuestas eminencias en materia "humanística". Echemos un vistazo a las auténticas reflexiones que han realizado los anarquistas sobre la "naturaleza" humana.

Por supuesto, los pensadores ácratas han profundizado en la cuestión, tratando de refutar precisamente la visión contraria sobre lo imposible de una sociedad anarquista debido a una naturaleza humana supuestamente negativa. Como explica de forma excelente Tomás Ibáñez, existen muchos grados entre los que niegan de forma absoluta que exista tal cosa como una "naturaleza humana" hasta los que afirman lo contrario, su plena realidad. En cualquier caso, ni siquiera en el caso de la negación absoluta, se duda de la existencia de ciertos rasgos comunes para todos los seres humanos (por ejemplo, la facultad intelectiva, lingüística y simbólica o, en otro orden de cosas, la capacidad para sufrir, amar o sentir placer); la controversia sobre la naturaleza humana, y es una buena aclaración previa, no se realiza en torno a este sustrato común que existe en todos los humanos.