domingo, 29 de junio de 2008

¿Todos rojos?

Buenos, pues aquí nos encontramos, en el día en que parece que una selección nacional de este país, llamado España, va a conseguir que todo el mundo se olvide de la puñetera crisis. ¿Todo el mundo? Cuesta señalar, una vez más, lo obvio, pero no todo el mundo se olvida ni se quiere olvidar de los problemas (y no solo de los suyos, aunque algunos rara vez se acuerden de los de los demás), ni se emociona con el fútbol ni, para mí mucho más importante, con las malditas banderas.
Es un vergüenza que todos los medios (al menos, los generalistas) se tiñan de rojigualdo de la manera más estúpida y no den cabida a la más mínima fisura antinacionalista. Se me dirá, una vez más, que eso no es nacionalismo; claro que no, el nacionalismo siempre es el de los demás. Lo que ocurre es que cuando escuchas por la calle lindezas tales como "¡italiano hijo de puta!" o "¡ruso... idem!, pues dan ganas, una vez más, de quemar banderas. El diario Público, que presume de estar a la izquierda de El País, emplea hoy un ideológico, simplón y fraudulento titular, sin puñetera la gracia: "Hoy todos somos rojos". Menos mal que en todo este maremágnum festivo-patriotero existe alguna voz razonable, y por parte además de gente que le gusta el fútbol. Javier Ortiz señala también lo evidente: que el deporte deber ser bello y emocionante cuando se juega bien (e insinúa también que solo un fanático puede no aburrise con ciertos partidos de balompié) y habla de las pulsiones tribales y colectivistas del personal (que, desgraciadamente, son sinónimo la mayor parte de las veces de "descerebradas"). Ya hablé yo, hace unos días, del opio del pueblo que considero que es también el deporte de masas, y Ortiz nos recuerda lo bien que le sienta al poder tener a la gente adormecida con el histórico "pan y circo" (en este caso, solo "circo", ya que de la crisis parece no acordarse casi nadie, acaba de subirnos el recibo de una necesidad básica como la luz y aquí no pasa nada). Ya digo, menos mal que hay una voz que señala lo evidente (malos tiempos estos, diría Brecht). Otros dos columnistas futboleros, a los que considero entre los más interesantes de El País, hablan del asunto con inteligencia y estilo: Enric González nos recuerda lo que se avecina en este país para los próximos meses si la selección se hace con el título; Carlos Boyero, con su peculiar y atractivo estilo dinamitero, adelanta que ha disfrutado con el buen fútbol de la selección contra Rusia (honestidad ante todo), pero que lamentará en las horas siguientes el triunfo al constatar el descerebramiento alcohólico, adornado con banderas pre y post constitucionales, con sus grititos xenófobos. Menos mal que hay alguna voz o pluma lúcida en este santo país, porque resulta patético e indignante leer o escuchar a periodistas o locutores televisivos y radiofónicos (muchos, de los llamados progres) alegrarse de las lágrimas del contrario y del privilegio que es "ser español" (¡increíble!) o demonizar a los disidentes de toda esta locura primaria.
Parece que el lugar trascendente que antes ocupaba Dios o la Razón, ahora, en estos tiempos mediocres, lo ocupa el fútbol. Todo solucionado, si hay algo que está por encima del ser humano es el balompié (trasunto de esa cosita mezquina e interesada, y que tantos sacrificios pide, que es la patria).

Bueno, pues un poquito de humor inteligente, y con mucha mala leche e intención, vendrá muy bien. Si es por parte de maestros como los Monty Python o El Roto vamos sobre seguro.

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