jueves, 18 de septiembre de 2008

La doble vara de medir de la derecha mediática

Desde los tiempos "gloriosos" de El Gran Wyoming, apenas había echado un vistazo a las nuevas ediciones de Caiga Quien Caiga. Gracias al diario Público (que, en mi opinión, peca de muchos cosas y tiene demasiadas carencias, pero que al menos mete caña en algunos asuntos), me entero de una polémica mediática entre dicho programa de La Sexta y el canal televisivo del Grupo Intereconomía. Insisto, no soy ningún experto televisivo (ni ganas), pero La Sexta parece estigmatizada como muy progre e Intereconomía parece que está tan a la derecha como el inefable Jiménez Losantos. Una reportera de CQC, hija de Iñaki Gabilondo (ojo al dato, porque eso para mucha gente es ya muy sospechoso), trata de hacer un reportaje de investigación en Castellón sobre un cacique local (un individuo inenarrable, cuya familia lleva siglos en el poder). Diversas causas le impiden llevar a cabo su trabajo, la peor de todas es que cuatro energúmenos, supuestos reporteros de Intereconomía, le impiden acceder al cacique cuando ya había pactado con el Jefe de Prensa de la Diputación una serie de preguntas. Solo echar un vistazo a los energúmenos, con la cara oculta bajo una gorra y gafas de sol y con aspecto de gorilas (y, según Público, al menos unos de ellos es guardaespaldas profesional), te hace dudar de su profesión periodística. La versión de Intereconomía es que querían pagar al programa con su misma moneda, que fue la pequeña reportera la agresora y deján entrever que CQC está al servicio del PSOE (y de la confabulación izquierdista mundial, seguramente). Los reporteros de plató de CQC demuestran tener cintura y buen humor, frente a esas acusaciones de estar al servicio o a sueldo del Partido Socialista, al sacar unos datos donde demuestran que han hecho tantos reportajes críticos con el PSOE como con el PP (cuarenta y tantos de cada) y solo dos de IU; "eso demuestra una cosa", dice uno de ellos, "no nos paga el PSOE, nos paga Izquierda Unida"; "por eso ganamos tan poco", responde otro. Hay que dejar claro en primer lugar, que CQC es un programa satírico, de reportajes humorísticos, o como lo quieras llamar, que desde el principio, por lo que veo ahora en esta última edición con caras nuevas que desconozco, mantiene una actitud atrevida y provocadora hacia figuras e instituciones públicas; sí, además, realizan algún que otro programa de denuncia, "miel sobre hojuelas". Siempre he opinado lo necesario que es el humor para combatir el poder y mostrarlo tal y como es; no todos tenemos tal vez talento para ello, pero bienvenidos sean los bufones, cuyos límites para su labor no seré yo quien los fije. Por otra parte, la actitud de cierta derecha produce cierto déjà vu; cuando se trata de ser los más "conspiranoicos" ellos ganan a cualquiera (todo forma parte de algún plan de esos temibles progres, organizados en elitistas comités de presión o en subterráneas asociaciones secretas, según los gustos) y, por otro lado, resulta indignante la falta de ecuanimidad, la doble vara de medir, la ley del embudo vamos. Ellos portan la verdad absoluta, lo que les legitima para todo tipos de métodos, pero para censurar a los demás hacen bueno el pasaje bíblico de "la paja en el ojo ajeno" (que deberían conocer bien, ya que ese libro de fábulas es uno de sus preferidos). Ellos tienen, como todo hijo de vecino, sus simpatías ideológicas, pero cuando las observan en los demás resulta que "están vendidos a un partido político". Ellos denuncian las supuestas filiaciones de los demás al poder, pero están deseando apoltronarse en un puesto que consideran legitimo para ellos y para los suyos (creo que está es la raíz principal de ciertas actitudes). Lo más triste de esta anécdota es que todo esto se da en un asunto en el que un medio de derechas defiende a un impresentable de derechas; vamos, que parece un asunto de filiación ideológica y de apego al poder (eso que tanto denuncian en los demás). Un lúcido ciudadano de Castellón hace un perfecto análisis del asunto: "este es el cortijo de Fabra, nada ha cambiado aquí desde que se murió el tío Paco". Otros entrevistados, en cambio, prefieren mirar hacia otro lado.

No hay comentarios: