jueves, 11 de noviembre de 2010

El texto de la entrada anterior correspondía a una carta enviado al diario Público, en razón del mencionado artículo de José Luis Ledesma. No es casual que abunden en las últimas semanas textos sobre el anarquismo en los diarios generalistas, "una cuestión de moda", como diría un buen amigo mío, debido a cierto centenario, por lo que tal vez merecen algunos comentarios al respecto. El pertinaz, y muy deseoso de su espacio mediático, Antonio Elorza es uno de los protagonistas habituales del diario El País, y no pocas veces aspira a darnos alguna lección sobre la historia del anarquismo, quedándose en los habituales lugares comunes, a pesar de que resulte también reiterativo en ciertos historiadores empezar sus textos aspirando a combatir los tópicos, en un pobre estilo literario y en una más peligrosa miseria intelectual. En un artículo, publicado con fecha del 27 de octubre de 2010, Elorza comienza su desvarío tratando de vincular anarquismo nada menos que con falangismo, atacando a los defensores de una "Disneylandia libertaria" (al respecto, menciona al cineasta Ken Loach, cuyas conocidas ideas trotskistas le deben ser ajenas al peculiar historiador) y tratando de echar por tierra la alabada novela de Eduardo Mendoza La ciudad de los prodigios.

Cualquiera con un mínimo de sentido común y de cultura política y general, no continuaría leyendo, pero como el que subscribe, además de atender de vez en cuando a los escritos de dudosos autores tratando de refutarlos, tiene algo de masoquista continúa con un texto inefable y bien cargado de maledicencias. El historiador mediático insiste en una lectura maniquea dentro del anarquismo, en un supuesta "tensión" entre "ortodoxia ácrata" (el oxímoron no es mío) y sindicalismo, prácticamente ya desde la fundación de la organización confederal y que culminaría con la creación de la FAI en 1927 (este tipo no debe conocer las numerosas aportaciones que refutan esta cuestión, ya agotadora para el que subscribe). El supuesto triunfo faísta mencionado por Elorza supone para él la concreción de un legado de violencia al que atribuye una "doble dimensión de jacobinismo comunal y terrorismo" y llega a calificar, en el summun del delirio, los sucesos de mayo del 37 como "la materialización a gran escala del insurreccionalismo". Los anarquistas, a los que todo autor que se precie, como así ocurre en muchos casos, debería reconocer su combativa historia desde la Primera Internacional contra todo autoritarismo, incluido el socialismo de inspiración marxista, son acusados por este fulano de... ¡totalitarios! Las intenciones de Elorza, según sus propias palabras, son combatir "las imágenes idílicas que se han tratado transmitir", preguntándonos a qué diablos se refiere al ser de manera evidente los libertarios los grandes ignorados de la historia reciente.

Elorza es un autor que, parece ser, conoció a algunos militantes históricos, y ya fue calado hace muchos años por una persona tan honesta y entrañable como Juan Gómez Casas, a diferencia de él un emotivo y combativo protagonista de la historia, autor de valiosos libros que sirven de testimonio vívido del anarquismo organizativo (entre los que se encuentran Historia del anarconsindicalismo español e Historia de la FAI, ambos pueden conseguirse en recientes ediciones); a su lado, las elucubraciones del historiador mediático son pobres lecturas seudoeruditas de escasa originalidad, que pasan por alto la compleja historia del anarquismo, reducirlo a una mera historia de ingenuos bondadosos enfrentados a aventureros violentos es un pobre y reiterado insulto. Los errores que se han producido en la historia por parte del movimiento libertario, como movimiento humano que es, con su impaciencia transformadora motivada por una injusticia social intolerable, con su apuesta por la auténtica diversidad, por el individuo y por la emancipación en todo ámbito de acción humana, han sido analizados en no pocas ocasiones por abundante obra militante, jamas ignorados ni justificados, sí contextualizados. Que ese insulto pobre y maniqueo, que pretende relegar el anarquismo al pasado y recoger solo un parcial legado, cale en la gente solo puede ser combatido por lo que siempre han realizado los libertarios, construir su historia con honestidad y recoger una herencia moral indudable. El movimiento libertario no ésta "derrotado" (y si lo fue, con la razón de la fuerza, es un honor que así haya sido, cuando nosotros creemos en la fuerza de la razón), ni ha desaparecido, como demuestran los numerosos proyectos de todo tipo, las diversas cabeceras periódicas que se mantienen, tanto divulgativa y de opinión como con intención más científica, los Congresos, Jornadas...; en definitiva,  el amor por una cultura poderosa y emancipadora inherente a todo libertario. Todo eso se lo pasan por el forro todos estos autores a sueldo de los grandes grupos mediáticos, que solo perciben su pobre mundo interesado, oficial y académico, que no observan la historia con intención de mejora y sí con un evidente afán justificador del presente.

Más adelante, volveré sobre algunos textos divulgativos recientemente publicados, y es muy posible que retornen ciertos "historiadores" mediáticos y muy pertinaces.

No hay comentarios: